Soler retrata el paso de la juventud a la madurez
Antonio Soler retrata la sociedad que ve. En su última novela, El camino de los Ingleses, Premio Nadal 2004, dibuja un conjunto de soñadores que viven el difícil tránsito de la juventud a la madurez. 'Me interesa la gente que se arriesga a cumplir sueños', aseguró ayer el autor en la presentación de la obra.
Soler (Málaga, 1956) concibe la novela como un cóctel con muchos ingredientes, los principales, los personajes y el ritmo. Por El camino de los Ingleses desfilan el aprendiz de poeta Miguelito Dávila, el atormentado Babirusa, la compleja Señorita del Casco Cartaginés, la pretenciosa Fina Nunni, la soñadora Luli Gigante, la felliniana Gorda de la Cala, el cobarde Paco Frontón y el violento Rafi Ayala.
En cuanto al ritmo, el autor revela que lo consiguió desde la primera página que escribió. 'El ritmo de lectura tiene que ser cómodo', precisa, y eso le lleva a que en las correcciones finales suprima algunas páginas -en esta ocasión, alrededor de 60-, aunque estén bien escritas. Su intención es dar a cada novela la estructura que le va mejor y El camino de los Ingleses se articula en torno a capítulos cortos.
Antonio Soler ha ganado anteriormente los premios literarios Herralde de Novela y Nacional de la Crítica en 1996 con Las bailarinas muertas y el Primavera en 1999 con El nombre que ahora digo. El escritor los considera una recompensa, aunque sostiene que no escribe para conseguirlos, sino para 'levantar un mundo estético'.
La novela finalista del Premio Nadal, que otorga Ediciones Destino, Sonríe Delgado, de Javier Puebla, es un thriller policíaco sin policías, sólo con asesino y víctima. Sonríe Delgado tiene elementos de género negro y también de la novela moderna protagonizada por psicópatas inteligentes. 'Es necesario que el malo y el bueno que todos llevamos dentro bailen juntos, para que formen un ser completo', declara su autor.
Javier Puebla, periodista y director de cine, cree factible que su novela sea llevada a la gran pantalla, aunque aseguró que no se la dejaría a cualquiera.