'Hay que educar en la pasión por el conocimiento'
Por las mañanas se pone el traje de maestra, por la tardes escribe. Pero para los niños del colegio Estilo (230 alumnos) la Aldecoa es sólo la directora. Severa y cercana al mismo tiempo, lo peor que le puede pasar a un niño de esta escuela es que Josefina lo llame a su despacho 'para hablar'
La empresa de Josefina Aldecoa (La Robla, 1926) está llena de niños. Unos dan patadas al balón en el patio, otros gritan en el pasillo y los mayores pintan a sus maestras emulando al mejor Warhol. Esta fábrica da más satisfacciones que dinero; sin embargo, la dueña y los empleados forman 'un equipo' y todos trabajan 'con mucho entusiasmo y fe, convencidos de que están haciendo algo grande'. El colegio Estilo lleva 40 años en el mercado y por sus aulas han pasado niños que hoy son actores, pintores, coreógrafos y hombre de empresa, como Marcos de Quinto, presidente de Coca-Cola España.
Pregunta. Usted ha criticado públicamente las distintas reformas educativas llevadas a cabo por los Gobiernos democráticos por considerar que nunca han influido en la esencia de la educación. ¿Cuál es esa esencia?
respuesta. Yo creo que con frecuencia se piensa más en el adulto que en el niño. Las reformas educativas se han marcado como objetivo formar adultos competitivos, preparados para atrapar al vuelo las oportunidades, capaces de alcanzar el éxito... Es verdad que vivimos en una sociedad muy industrializada, muy globalizada, todo lo que tú quieras, pero yo siempre pienso en el niño, en el ser humano. Creo que el fin último de cualquier proyecto educativo debe ser formar a los niños para que disfruten sabiendo, para que se acerquen al conocimiento con verdadera pasión, sin olvidar, claro, las posibilidades de cada uno, y ayudando al que tiene dificultades porque es menos brillante.
P. Se trataría, pues, de formar personas...
r. Parece una obviedad, pero no es tan sencillo como parece. El niño debe convertirse en un adulto feliz. Una persona capaz de alcanzar la serenidad y de disponer de unos conocimientos que le permitan disfrutar de los bienes culturales con independencia del trabajo que realice. Tengo anécdotas maravillosas al respecto. En cierta ocasión me encontré con un taxista que había sido alumno nuestro. No había tenido formación universitaria, pero eso no le impedía disfrutar de la música y de la lectura. La cultura no tiene nada que ver con el éxito o con los medios materiales, y hacer que llegue a todos debe ser la función primordial de la escuela pública, la única en la que creo.
P. Sin embargo, usted dirige una escuela privada, uno de los pocos colegios españoles que no reciben ni un céntimo de subvención.
r. Es verdad, dirijo una escuela privada. Pero yo monté este colegio porque entonces, cuando tuve que escolarizar a mi hija, en España no había una escuela pública semejante a la escuela francesa. Y la dirijo sin subvenciones porque el dinero público debe dedicarse a hacer buenas escuelas públicas en todos los rincones y pagar bien a la gente. Que un colegio del barrio de Salamanca esté concertado me parece una inmoralidad.
P. ¿Se puede educar igual a un niño de los ochenta que a un niño que vive en plena era de la globalización?
r. Exactamente igual. ¿Qué pueden variar, los contenidos? No creo que deban modificarse. Las herramientas de trabajo han cambiado, ahora hay más medios técnicos, pero la esencia se mantiene. Debemos dar al niño un esquema bien estructurado de lo que tiene que aprender.
P. De ahí que sustente su modelo educativo en el lenguaje...
R. Todo conocimiento, sea o no científico, debe estar basado en el lenguaje. Y más si uno estudia ciencias, porque después en la facultad ese joven tendrá poco tiempo para ampliar su formación literaria y artística. Nuestra educación está basada en la palabra escrita, en el lenguaje y en el credo pedagógico de la institución libre de enseñanza: despertar en el niño su curiosidad intelectual y refinar su sensibilidad. Por eso damos tanta importancia a la creación artística.
P. ¿æpermil;sta es la educación que necesitan los ciudadanos para desenvolverse profesionalmente en un mundo competitivo y global?
r. Los políticos, a veces con la mejor de las intenciones, caen en las redes de la técnica, pero la cultura no estorba ni para dirigir un país ni para dirigir una empresa, al contrario. Cualquier alto cargo francés o inglés tiene una gran cultura, no se entendería de otra manera. Ni la clase social ni la dedicación profesional son incompatibles con esa cultura por la que yo abogo. Un síntoma del mal quehacer educativo es el hecho de que cada ministro que llega al Gobierno enarbola como gran objetivo educativo la implantación de ordenadores en la escuela. Lo que yo espero de un político es que reivindique que no debe haber un colegio sin una buena biblioteca y que es necesario que los niños de esa escuela lean muchos de aquellos libros. Pero los políticos no viven el verdadero problema de la educación. Habría que recordarles las palabras de Montaigne: 'Vale más una cabeza bien hecha que bien llena'.
'Las reformas educativas se han marcado como objetivo formar adultos competitivos'
'Síntoma del mal quehacer es el hecho de que los ministros enarbolen como objetivo llevar el ordenador a la escuela'