Pasión por el coleccionismo
Todo empezó con la compra de un caserón en Segovia. Marcos Martín y Elena Rueda residían de lunes a jueves en Madrid y los viernes, tras recoger a su hijo del colegio, se escapaban a la ciudad del acueducto, a la casa familiar, hasta que en 1979 inauguraron su propia residencia, una casa de espléndidos espacios interiores y un jardín de 2.500 metros cuadrados sobre el valle del río Eresma. El conjunto merecía una atención especial, de modo que pidieron ayuda al pintor y también decorador Gerardo Rueda, primo de Elena. El artista les fue introduciendo en el mundo de la pintura abstracta, que ellos no conocían y en la que no estaban interesados en ese momento. Su relación con la pintura se limitaba a algunas visitas al Museo del Prado y la adquisición de algunas obras de pintura moderna -sobre todo de las escuelas de Vallecas y de París- en subastas de arte.
El aprendizaje fue largo. Gerardo Rueda les llevaba un cuadro para vestir las paredes y no podían evitar que la falta de entusiasmo se reflejara en su rostro. Se impusieron como tarea dedicar un día a la semana a visitar galerías y exposiciones de arte contemporáneo, de las que salían sin entender nada. Así, durante tres años, hasta que de pronto 'aquello empezó a tener sentido', recuerda Marcos Martín. Una nueva sensibilidad que él atribuye a un cambio de mirada. Y empezaron a comprar pintura. Al principio, obras de autores españoles, y a partir de 1993, de pintores extranjeros -europeos y norteamericanos principalmente-.
La colección, que administra la Fundación MER (toma su denominación de la inicial de los nombres del matrimonio y su hijo, Marcos, Elena y Rafael), reúne en la actualidad más de 680 obras de 180 autores. Miquel Barceló, José María Sicilia, Antoni Tàpies, Mompó, Palazuelo, Gordillo, Zóbel o Soledad Sevilla, entre los autores españoles, y Warhol, LeWitt, Oelen, Basquiat, David Salle o Julian Schnabel, entre los internacionales. A finales de los noventa la colección se ha ampliado a la fotografía, con piezas de artistas como Sean Scully, Juan Uslé, Hoffer, Cristina García Rodero, Eulàlia Valldosera o Cindy Sherman.
Un conjunto que la Feria de Arte Contemporáneo (Arco) reconoce este año con el Premio al Coleccionismo Nacional por su valor artístico y patrimonial. Los galardones, concedidos a través de la Asociación Amigos de Arco, se instituyeron en 1997 y en estos siete años han recaído, sobre todo, en colecciones corporativas.
Flechazo
En el caso de la familia Martín Rueda, la adquisición de una obra ha sido un acto más de pasión que de reflexión. Marcos Martín lo compara con un flechazo, 'un cuadro te seduce y tratas de conseguirlo'. A veces, a costa de perseverar. Como ocurrió con Barceló. Marcos Martín llevaba tiempo detrás de un cuadro del artista mallorquín. 'Iba a Nueva York y Leo Castelli me apuntaba en una lista, volvía a los seis meses y ya no figuraba en ella y tenía que apuntarme de nuevo'.
En su aventura coleccionista, la familia Martín Rueda también ha cometido errores, precisa Elena. Contaban, sin embargo, con la ventaja de no tener que dar explicaciones. Hace aproximadamente tres años, la familia se desprendió de más de 30 cuadros que se desmarcaban del hilo conductor de una colección que en ese momento ya tenía visos de formar parte de un proyecto museístico. Entre las obras a las que han renunciado, Marcos Martín recuerda un papel de Baselitz.
Desde hace dos años han bajado el ritmo de adquisiciones. La prioridad ahora es el museo.
El museo, mejor en Segovia
La colección Martín Rueda se encuentra actualmente dispersa en varias casas y almacenes. Dada la magnitud de la colección, existe el proyecto de crear un museo que ofrezca al público la oportunidad de contemplar estas obras de los grandes maestros del arte contemporáneo. Por razones obvias, la familia se inclina por Segovia. Una idea que está siendo debatida desde hace años con los partidos políticos del ayuntamiento de la ciudad.Segovia inauguró en 1998 el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y la colección de la Fundación MER complementaría la oferta cultural de una capital que parece abocada a convertirse en una ciudad de servicios. 'Segovia admite más museos', afirma convencido Marcos Martín.Su propuesta es ubicar el museo en su residencia segoviana, ocupando los terrenos de las laderas sobre el valle del río Eresma, bajo los que iría enterrado un contenedor que albergaría los cuadros, mientras que a nivel de calle quedaría el jardín, a modo de terraza con vistas panorámicas.