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Batalla final por el control de las torres más altas de Londres

Al final, Paul Reichmann ha visto frustrado su intento de recuperar el control de Canary Wharf, el complejo comercial ubicado en el antiguo puerto de Docklands, que pretende desbancar a la City de Londres como primer centro financiero de Europa. Reichmann, canadiense de 73 años, no ha podido reunir el suficiente apoyo de inversores y bancos para presentar su propia oferta por las torres más altas del país, que en sus 350.000 metros cuadrados de superficie albergan a los bancos HSBC, Lehman Brothers, Morgan Stanley y Citigroup. Otras empresas de la City, como Reuters y Standard & Poor's, han anunciado su intención de trasladarse a Canary Wharf.

El fracaso de la oferta de Reichmann implica que el fundador y promotor del complejo del sur del Támesis ha tenido que activar su plan B: aliarse con la inmobiliaria canadiense Brascan. Reichmann y Brascan controlan juntos cerca del 15% de las acciones del complejo. Reichmann abandonó la presidencia de Canary Wharf en noviembre para seguir con su oferta. La ofensiva Reichmann-Brascan representa un contraataque al banco de negocios Morgan Stanley, que hace unos meses presentó su propia oferta valorada en 1.560 millones de libras, unos 2.260 millones de euros. La oferta de Morgan Stanley fue aceptada por los directores de Canary Wharf y la operación se dio prácticamente por cerrada, hasta que Reichmann decidió entrar en la guerra lanzando una opa por lo que siempre ha considerado su propiedad. Reichmann llegó a firmar un complicado acuerdo con Brascan, dejando el campo libre a que el promotor canadiense, a través de su empresa IPC, presentara en solitario una oferta. Tras el fracaso del plan de Reichmann, Brascan dispone hasta el 13 de febrero para lanzar su propia oferta, a la que IPC está obligada a acudir. Si no lo hace, Reichmann y sus socios deberán retirarse.

Canary Wharf ha tenido desde sus principios una historia controvertida y tumultuosa. En los años ochenta Reichmann lanzó el proyecto como la gran obra de regeneración urbanística, contando con el apoyo de la que fuera primera ministra Margaret Thatcher. Pero en 1987 estalló la crisis de la Bolsa a la que siguió la recesión de principios de los noventa. El sector de la construcción fue uno de los más castigados y las obras de Canary Wharf se paralizaron durante años.

El día 13 finaliza el plazo para que Paul Reichmann lance una opa para retomar el control del complejo de oficinas que pretende desbancar a la City londinense

Reichmann perdió el control del centro en 1992 a manos de un grupo de bancos de inversión, pero tres años después lo recuperó. El esfuerzo fue inútil, porque Olympia & York, la empresa canadiense de Reichmann, suspendió pagos. No obstante, el proyecto londinense salió adelante gracias al apoyo de otros bancos. En marzo de 2003 Canary Wharf, que cotiza en Bolsa desde hace cinco años, volvió a entrar en crisis al crecer un 10% la tasa de desocupación.

La única buena noticia de los últimos tiempos ha sido el traspaso de dos complejos de Canary Wharf al Royal Bank of Scotland por 1.100 millones de libras, unos 1.600 millones de euros. Los accionistas de Canary Wharf votaron a favor de la venta de las dos torres al banco escocés, que es el primer accionista del español SCH.

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