Bienvenido al piso inteligente
Nos hemos acostumbrado a cerrar el coche con un mando a distancia, pero no utilizamos esa tecnología para cosas más importantes, como cortar el agua o el gas de la vivienda', subraya Raúl Salamanqués, presidente de G2V, un grupo de empresas con sede en Zaragoza que, con el apoyo tecnológico de Telefónica de España, Siemens, Chubb Safety y Echelon, ha invertido 720.000 euros en diseñar un piso inteligente. Un espacio donde el domoportero desviará al móvil las llamadas, activará los sistemas de riego, subirá las persianas o controlará las fugas de agua y gas.
La tecnología domótica permite en la actualidad atender las demandas más curiosas. Como la de un propietario que quería activar un sistema de riego en función de la temperatura, la luz y las características morfológicas del terreno, relata Salamanqués. Estas prestaciones ya no pertenecen a la ciencia ficción, el único problema es concienciar a los usuarios de que pueden acceder a ellas.
Para el director de G2V, el obstáculo principal reside en que la mayoría de la población sigue pensando en que la tecnología es cara. Sin embargo, una casa inteligente resulta apenas un 1% más cara que una normal y entre 3.000 y 6.000 euros se puede obtener una red con las prestaciones más solicitadas. 'En muy poco tiempo, estas redes pasarán a formar parte de las nuevas viviendas, como una prestación básica de serie. De hecho, en Zaragoza, ya existen más de medio millar de pisos inteligentes', asegura Salamanqués.
La domótica ha dejado de ser ciencia ficción, el problema es concienciar a los usuarios de que pueden disponer de ella
El gran salto cualitativo que está acercando la tecnología domótica a los usuarios ha sido la introducción de sistemas por módulos. Ello ha permitido la integración de los diferentes elementos de los que está compuesto un edificio (luces, calefacción, aire acondicionado, detección de fugas de agua y gas....), de tal manera que se puede disponer de una o de varias prestaciones y ampliarlas cuando se desee.
La red domótica se apoya en el denominado bus de comunicaciones, conductores eléctricos por los que se transmiten informaciones y órdenes. La versatilidad de esta red permite unos recursos tan sorprendentes como, por ejemplo, que la iluminación se encienda según la orientación del edificio. Todo sin abusar de prestaciones inútiles. Para ello, hay que establecer una pirámide de prioridades, que ha de tener su base en la seguridad y su cúspide en el segmento del ocio.