_
_
_
_
Germán Lòpez Madrid

'El consenso es un signo de ineficacia en una empresa'

El presidente de la filial española de la compañía sueca Volvo lleva veinte años, casi toda su carrera, en la compañía, propiedad desde 1999 del grupo estadounidense Ford. Licenciado en Derecho y en Ciencias Económicas por Icade, López Madrid ha desempeñado los más diversos cargos en distintos países dentro de la multinacional. Ocupa la presidencia española desde 1997.

Germán López Madrid (Madrid, 1959) habla con pasión y vehemencia. El presidente de Volvo España y de Aniacam, la asociación que agrupa a los importadores de coches, cree que una empresa ha de ser llevada con mano férrea y que el consenso, en la mayor parte de las ocasiones, suele llevar a una compañía al fracaso.

Pregunta. Usted ha trabajado en distintos países. ¿Considera que el directivo español está bien valorado en el extranjero?

respuesta. El directivo español está extremadamente bien valorado fuera de nuestras fronteras. Y esto es así porque es capaz de concebir un problema en abstracto y, a la vez, es muy pragmático. Ahora bien, cabe resaltar que no está muy extendido entre nosotros viajar a otros países para adquirir experiencia, y eso supone un handicap.

P. ¿Qué tácticas usa para implicar a los empleados?

r. Cada uno tiene su propio estilo de liderazgo para enseñar, motivar, explicar proyectos y hacerles partícipes de las actividades, de convertir, en definitiva, a las personas en emprendedores y no en empleados. Hay que buscar a las mejores personas con la mejor formación. No hay que tener miedo a rodearte de personas que son mejores que tú. Es importante que las empresas sean capaces de atraer a los mejores. Puede ser que este papel lo cumpla el directivo, pero el poder de la marca es mayor, ya que el ejecutivo puede estar un día y al día siguiente no estar. Y, de hecho, una de las obligaciones más importantes de un directivo es ser dispensable. No se deben formar estructuras que lo conviertan en imprescindible.

P. ¿Busca el consenso en sus decisiones?

r. El consenso y la democracia absoluta son uno de los mayores signos de ineficacia que existen en la empresa. Las compañías han de ser dirigidas por líderes, por equipos y personas que actúen de forma práctica y de forma correcta. Esto no está reñido con el escuchar, no está reñido con contrastar los distintos puntos de vista. Pero sí que está reñido con intentar tomar decisiones a través del consenso. Y esto es algo que ocurre frecuentemente en ciertas culturas, como la nórdica, en los países escandinavos.

El consenso muchas veces no es más que una dilación de tiempo, un retraso en la respuesta, y normalmente no lleva a la opción más correcta, sino a la políticamente más conveniente. Y lo que es políticamente más conveniente no es normalmente lo más correcto.

P. Resulta curioso, siendo Volvo una compañía de origen nórdico.

r. Desde luego, aquí no lo llevo a cabo. Esto es una empresa muy eficaz, pero no es una empresa donde reine el consenso. Aquí reinan la eficacia y los resultados. Que quede claro que no significa que en Volvo Car España sólo cuente mi opinión, que eso es otra cosa totalmente distinta. Hay que llevar a cabo un proceso de delegación efectiva, hay que dejar que la gente tome decisiones e, incluso, que se equivoquen. Es sanísimo que la gente cometa errores.

P. ¿No se dan excepciones?

r. Bueno, esto sobre todo hay que llevarlo a cabo en empresas que empiezan. Se puede dar más democracia en la medida en que la empresa está más estructurada, mucho más madura y con una toma de decisiones mucho más estructurada. En bastantes ocasiones a lo largo de mi carrera me ha correspondido darle la vuelta a una empresa, en Italia o en Grecia. Al principio hay que tenerlo todo muy amarrado. Después, según va evolucionando, se puede, y se debe, empezar a delegar. Incluso si extrapolamos esto a estructuras mucho más complejas como lo son los países. Creo que la democracia es una fórmula buena sólo para países maduros. Cuando hablamos de países en vías de desarrollo creo que hay que buscar gente ética, gente moral, líderes que realmente pongan orden. Porque el país no está preparado muchas veces para entrar en democracia. Lo mismo pasa en las empresas. Hace falta cierto grado de madurez, y hay conexión entre madurez y democracia.

P. ¿Usa el mal genio para llevar la compañía?

r. No. El mal genio, no. Eso que quede claro. Tengo un carácter fuerte, sí. Pero el carácter no se demuestra con dar un puñetazo en la mesa. Soy muy firme en mis planteamientos, pero aun así cuento con la mayor fidelidad de altos ejecutivos dentro del grupo, y tengo una de las mejores calificaciones en una encuesta interna sobre los directivos. Sin duda no soy la persona más fácil para trabajar, pero al final hay mucha gente que trabaja ilusionada y con fidelidad hacia la compañía y hacia mi persona.

Eficiencia antes que lealtad y servilismo

Nada puede sustituir a los resultados. Es la opinión de Germán López Madrid, que explica con contundencia. 'Doy muy poco tiempo a que la gente me explique por qué no ha conseguido las cosas. En cambio, sí que dedico mucho tiempo a entender por qué las otras cosas se han conseguido'.Para ello asegura que 'hay que rodearse de eficacia, no de lealtad', si bien matiza que 'no hay que premiar la deslealtad'. 'Cuando uno se rodea de servilismo', prosigue López Madrid, 'de gente que le dice a uno lo guapo que es y lo fantásticamente bien que lo hace, al final del día le hace un flaco favor, porque se descubren muchos flancos. Hay que tener gente que comulgue con tus ideas, pero es importante que esa gente sea capaz de ver de forma clara adónde vamos o qué objetivos hay'.Para ello, el directivo dice confiar en el olfato. 'Hay que tener buen sentido para las personas. Hay gente que encaja químicamente. Y es muy raro que al final no se confirme el feeling que tienes con las personas.

Archivado En

_
_