El discreto encanto de los fondos indexados
Estos productos protegen de errores en la gestión Los tres años malos de Bolsa y la posterior recuperación que ha tenido lugar en 2003 han hecho que muchos inversores sean ahora conscientes de que, además de elegir la inversión adecuada a su perfil de riesgo, también hay que decidir previamente hasta qué punto se pueden soportar los errores en la gestión.
Se suele hablar mucho de los diferentes riesgos en que se incurre al realizar cualquier tipo de inversión, y entre ellos se incluye la elección inadecuada de un tipo de activo cuya volatilidad no se está preparado para soportar. Otras veces se trata de la elección del plazo durante el que se quiere mantener la inversión y de la expectativa de revalorización asociada a ese plazo: todo el mundo sabe ya a estas alturas que no se debe invertir en Bolsa las puntas de tesorería de una empresa o el dinero de un particular destinado a la compra de vivienda unos meses más tarde.
También se suele hablar de la capacidad de los gestores para asumir riesgos adicionales a los de seguir un índice y obtener o no una prima de rentabilidad que compense, o más que compense, por ese riesgo adicional en el que se incurre: la ratio de información es la manera de evaluar en que medida el gestor ha acertado o no cuando asumió esos riesgos adicionales (cuanto más alto sea esta ratio, más justificadas estarán esas decisiones).
También ha estado de moda en Bolsas alcistas la gestión contra un benchmark en la que lo importante es obtener una rentabilidad superior a la que obtiene un índice de referencia (por ejemplo, el Ibex 35) para lo que hay que hacer una elección de valores en los que invertir lo bastante acertada como para que la rentabilidad obtenida permita compensar las comisiones y gastos que la gestora carga al fondo y que, a pesar de eso, pueda quedar algo más de rentabilidad que la que proporciona el índice.
Sin embargo se habla poco de la exasperación de la que puede ser presa un inversor que ha decidido incurrir en un riesgo que puede asumir (invertir en renta variable una parte de su patrimonio); a un plazo razonable (pongamos diez años); que, por tanto, es capaz de soportar las caídas de las Bolsas como algo consustancial a su naturaleza, sin pasarlo especialmente mal, pero que, finalmente, cuando las Bolsas recuperan la trayectoria alcista, no ven compensada su acertada elección y su paciencia con una recuperación, igual de fuerte que la de la propia Bolsa, del valor liquidativo del fondo que eligió para invertir.
Para el tipo de inversor que haya pasado por esa experiencia o que, si no la ha pasado, la teme como a un nublado, para ese tipo de inversor se han hecho los fondos ligados a un índice o fondos indexados. Este tipo de fondos invierte en el mismo conjunto de valores que se eligieron para elaborar el índice y, salvo pequeños fallos que puedan darse en el ajuste fino de la cartera del fondo, evolucionarán de la misma manera que aquél, poniendo así al partícipe del fondo a salvo, en principio, de cualquier sorpresa desagradable que no haya conocido previamente por el telediario.
Inversión Los diferentes tipos de productos que siguen el trazo de los índices
l En los últimos tiempos, con la autorización en algunos países de ETF (Exchange Traded Funds o fondos con cotización continuada) se ha creado cierta confusión con los fondos indexados, pues se consideran ya como los indexados por antonomasia.l Sin embargo, siguen existiendo los fondos convencionales, que constituyen su cartera de inversión con los mismos componentes que cualquiera de los índices existentes.l Aunque se utilice la expresión ETF como sinónimo de indexado, no todos los ETF lo son. En Alemania, están autorizados los ETF con gestión activa.l Mejoras. También existen los indexados mejorados (index enhanced en inglés) que replican lo esencial de un índice e intentan mejorarlo con la selección de algún otro valor.