Récord del bono de empresa
La renta fija privada ha vivido también un año excepcional, con un aumento espectacular de las emisiones que ha puesto el broche al mejor ejercicio desde el estallido de la burbuja tecnológica en 2000. El número de emisiones de empresas industriales alcanza en lo que va de año 191.000 millones de dólares, un 24% más de las que se emitieron en todo 2002, según Standard & Poor's (S&P). Además, cada vez hay más jugadores en el mercado. Esta agencia ha asignado 32 nuevas calificaciones a compañías europeas.
Y es que sociedades industriales y entidades financieras han aprovechado los tipos bajos para reducir costes y sanear balances. 'El volumen de emisiones debería permanecer razonablemente fuerte por necesidades de refinanciación, que poco a poco se verán reemplazadas por necesidades de inversión', asegura Jesús de la Mota, de S&P. No obstante, la mayoría de los expertos cree que el boom ha terminado.
Los bonos y pagarés de empresas privadas siempre deben mantener un diferencial positivo con la deuda pública para hacerlos atractivos a los inversores, ya que tienen más riesgo. Pues bien, el coste relativo de financiación, medido por el diferencial entre el rendimiento de los valores emitidos por empresas con calificación BBB (un escalón intermedio) y el de la deuda pública de la zona euro está en torno a 80 puntos básicos, un nivel históricamente bajo. Eso significa que no han tenido problemas para acceder a los mercados de capitales por esta vía, utilizada muchas veces para financiar fusiones y adquisiciones.
La mayoría de los analistas prevé una reducción de las colocaciones de las compañías para el año que viene
En sectores concretos, como telecomunicaciones, el diferencial ha pasado de 160 a 63 puntos básicos en menos de un año, explica Cristina Álvarez, de Beta Capital, quien asegura que 'será difícil que esta reducción de los diferenciales tenga mucho más recorrido'. En cualquier caso, cada vez más expertos consideran que los bonos empresariales son un camino interesante para arañar una ganancia añadida a la deuda pública; máxime los emitidos por entidades solventes en las que el riesgo se cree prácticamente nulo. Además, por ahora, 'no se ve un cambio radical en la calidad crediticia de los emisores europeos en 2004', según De la Mota.
'Las empresas se han encontrado con mucho cash, pero no miran tanto al obligacionista como al accionista. Todavía retribuyen más vía dividendo que por generación de valor', señala Miguel Ángel Torres, de Safei.