Gominolas para endulzar la noche de las discotecas
Miguel Ángel Rubio, gerente de las empresas alicantinas Natboumann y Merchandancing, tiene patentados a su nombre 17 artilugios. Entre ellos, la bolsa-red que se cuelga en sombrillas de playa para vaciar los bolsillos. Su última invención es el Dancing tongue, un producto que ha llamado la atención de la multinacional alemana Haribo, creada a principios de siglo XX y que con sus chucherías, como los caramelos Pez, se ha incrustado en los recuerdos de infancia de varias generaciones.
Cerca de 40 discotecas lo distribuyen ya en España. Son vasos de plástico transparente, de tubo y de chupito rellenos de gominolas de Haribo. La empresa germana, que en 1998 adquirió la alicantina Geldul, de momento ha financiado el contenido de 80.000 vasos, y si el experimento tiene éxito, las compañías implicadas tratarán de exportarlo a las discotecas de toda Europa. Y así la multinacional podrá acercarse al público que ha cambiado el patio de recreo por la sala de baile.
Pero, ¿qué pinta una gominola en una discoteca? Mucho. El azúcar 'te hace mover el músculo, no necesitas una pastilla para seguir bailando', señala Rubio. El gerente de la empresa alicantina afirma que las gominolas aportan cerca de 350 calorías por cada 100 gramos y que se trata de una idea 'sana, divertida y legal'.
El Instituto Nacional de Toxicología recuerda que ingerir azúcar no rebaja el nivel de alcohol en la sangre y que de poco sirve para pasar controles de tráfico
Tras varias horas moviéndose al ritmo de los últimos éxitos musicales, hablando y quizá bebiendo, el cuerpo necesita energía, y el dulce puede mitigar el cansancio. Bajo esta premisa, los creadores del Dancing Tongue esperan convencer al público de la noche. El precio recomendado para la venta de estos vasos es de tres euros, aunque algunas salas lo ofrecen de forma gratuita. También se han distribuido en grandes conciertos. 'En los roperos ya se venden chicles y caramelos, pero la idea es alcanzar otro nivel con las gominolas, que se consumen de forma muy impulsiva', afirman en Natboumann, 'y llegar a colocar cerca de medio millón de vasos el primer año'.
Sin embargo, el producto puede levantar suspicacias entre los responsables de tráfico y sanidad.
Si se sugiriera que el Dancing Tongue sirve para rebajar el nivel del alcohol en la sangre y que el consumo de golosinas puede emplearse para superar controles de alcoholemia en la carretera estaríamos hablando de 'un delito claro contra la salud', subraya José Cabrera, jefe del servicio de información toxicológica, del Instituto Nacional de Toxicología. 'Desde siempre ha corrido el tópico de que ciertos productos disminuyen el nivel del alcohol en la sangre y esto no tiene ninguna base científica', advierte Cabrera. 'No existe en el mercado ninguna sustancia que rebaje este nivel de alcohol, ni siquiera la vitamina B6. Es más, el azúcar puede provocar el efecto contrario al deseado', añade.
En la Dirección General de Tráfico (DGT) recuerdan que cada cierto tiempo 'aparece un producto que se vende bajo la promesa de que quita la borrachera. Preferimos no dar una opinión sobre ellos; nuestro consejo, simplemente, es que no se beba si se conduce'.
Tanto Haribo como Natboumann destacan que no pretenden convencer al consumidor de que las gominolas reducen el nivel de alcohol en la sangre. Miguel Ángel Rubio insiste en que el producto está basado 'en su alta aportación energética, es una fuente de energía de rápida asimilación y puede cubrir las necesidades de los que no están interesados por las bebidas inteligentes'. ¿Gominolas compitiendo con Red Bull?