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Bolsa

Un día en los corros

Alas 10 de la mañana, de lunes a viernes, suena una vieja campana en el patio de operaciones de la Bolsa de Madrid. Una veintena de intermediarios, en representación de otras tantas sociedades de Bolsa, se aproximan desde sus mesas, situadas a los pies de las columnas que rodean el parqué madrileño, hasta el centro de la sala. Allí hay dos atriles semicirculares de madera, donde les esperan, en el medio y en un nivel inferior, dos miembros de supervisión del mercado para empezar la sesión. Este ritual constituye la negociación en corros o a viva voz, una tradición para unos (data de 1831), un anacronismo para otros.

'Desde que en 1989 comenzara la negociación mediante un sistema electrónico, los corros cada vez están más parados', señala Javier Blasco, operador de Renta 4. 'Ya no hay el bullicio de antes. Imagine cómo era esto cuando se negociaban a viva voz las acciones de Telefónica o las de las eléctricas', añade.

En la actualidad cotizan en corros 1.785 SIM y Simcav y tan sólo 29 compañías (CLH, Papelera Navarra y Prim son algunos ejemplos). Alrededor de 600 valores hacen cambio a diario en un sistema que representa cerca del 1% de la contratación total de la Bolsa de Madrid (en las plazas de Barcelona, Valencia y Bilbao también hay corros).

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'No hay proyectos de acabar con los corros'

'Hasta las 11.30 la campana suena cada 10 minutos', explica Blasco. 'Cada toque significa que se pasan a negociar los valores de un sector determinado'. En las columnas de la Bolsa hay placas de metal en las que se explica el horario que corresponde a cada sector, aunque muchos ya no tienen valores porque cotizan todos en el mercado continuo. 'Inmobiliarias, a las 10.30, y Simcav, a las 11.20, son los momentos álgidos', comenta Blasco.

Apoyados en los atriles, los gestos y las miradas de los operadores se asemejan a los de los jugadores de mus. A primera hora de la mañana cada uno ha recibido las llamadas de sus clientes con las órdenes del día. La voz cantante en las negociaciones la suele llevar el papel, es decir, la posición vendedora. Al grito de 'doy', acompañado del nombre de la compañía, el volumen y el precio, comienza la subasta. Si hay alguien interesado vocea 'para mí'. En caso de que haya algún aspecto de la oferta con el que no se esté de acuerdo comienza el regateo. 'Tomo sólo', grita el posible comprador. El acuerdo se sella con la palabras 'hechas' o 'puestas', que deben oír en la mesa de supervisión para poder dar fe por escrito del acuerdo y fijar el precio de cierre para ese valor.

'Al finalizar la sesión los intermediarios introducen en el sistema las operaciones que han casado. Sólo pueden apuntar aquellas que hayan sido previamente comunicadas a la mesa de supervisión', explica Eduardo Ferrán, jefe de supervisión de mercado de la Bolsa de Madrid. 'A las 16.40 se verifican las operaciones. Si hay algún descuadre de precio o de volumen, supervisión llama a las partes para que lo solucionen'.

La variación máxima de precio permitida en un primer corro es del 10%, y puede llegar al 20% en un segundo. Es decir, si en un corro un valor tuviera una oferta o una demanda excepcional y el precio pudiera superar el 10%, el departamento de supervisión suspendería el corro para ese valor y al cabo de media hora lo volvería a abrir con una diferencia de precio máxima del 20%.

En el último año los principales mercados del mundo (el International Petroleum Exchange de Londres es el ejemplo más reciente) han puesto en práctica una serie de alternativas para finiquitar la negociación de viva voz. ¿Ocurrirá esto en el mercado español? 'Hoy por hoy no han ningún proyecto de este tipo', comenta Ferrán. 'En mercados con un volumen de negociación grande es lógico el paso a un mercado electrónico para ganar en transparencia, pero aquí no es el caso y los corros permiten agilizar la negociación de este tipo de valores tan poco líquidos', concluye.

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