Italia presiona a España para que ceda en el reparto de poder de la UE
La recta final de la negociación de la futura Constitución europea se inició ayer en Nápoles. Los ministros de Asuntos Exteriores de los 25 países de la UE (los 15 actuales y los 10 que se incorporarán el 1 de mayo) debatieron a orillas del mar Tirreno la propuesta presentada por la presidencia italiana.
Las posiciones respecto a los temas más sensibles, el sistema de voto en el Consejo y la formación de la Comisión Europea siguen todavía muy alejadas y ninguna de las partes quiere jugar la primera baza. Italia intenta desbaratar la táctica del Gobierno de Aznar manteniendo hasta el final el proyecto actual en el que se planea un sistema de voto basado en la población que diezma la capacidad de influencia de España.
Madrid esperaba que su contumaz oposición obligase al adversario a hacer la primera oferta. Pero el Gobierno de Berlusconi, de momento, se aferra al proyecto de Constitución que elaboró la Convención europea y que, según Italia, 'cuenta con el apoyo de la mayoría de las delegaciones'. La ministra Ana Palacio acusó ayer a la presidencia de dar 'una visión muy poco equilibrada y comprensiva sobre la reforma del Tratado de Niza', un texto que España se empeña en utilizar como base de la negociación, obviando el borrador de Constitución.
Palacio acusa a Ia presidencia italiana de visión 'muy poco equilibrada'
La presidencia italiana ni siquiera ha incluido el problema del reparto de voto en la reunión ministerial de dos días en la capital del mezzogiorno. El ministro de Exteriores, Franco Frattini, ante las protestas de varias delegaciones, aceptó finalmente incluirlo en la agenda de hoy.
Pero Palacio reconoce que Italia se limitará a presentar unas 'pistas de reflexión para justificar ese trato que España considera desequilibrado'.
La resolución definitiva del problema, pues, no se espera que llegue antes de la próxima cumbre al máximo nivel en Bruselas, los días 12 y 13 de diciembre. Los primeros ministros negociarán entonces un acuerdo global, previsiblemente, en una de las sesiones maratonianas a las que tan proclive es la UE. No se descarta, sin embargo, que Italia sea incapaz de concluir el proyecto de Constitución bajo su presidencia, que finaliza el 31 de diciembre. El único plazo que se ha marcado la UE, en teoría infranqueable, es el de la próxima primavera, cuando la Constitución debe estar lista para someterla a referéndum.
Las enmiendas presentadas ayer por Italia advierten que 'en los asuntos que no se plantean en este documento, la presidencia considera que el texto de borrador de la Constitución continúa siendo la base de trabajo'. Ni el sistema de voto basado en la población, que reduce el peso de España y Polonia a la mitad del de Alemania, ni el número de comisarios europeos aparecen planteados. Las jornadas de Nápoles aumentan la presión sobre España y Polonia para que presenten una alternativa al borrador de Constitución, movimiento que los dos países se niegan a hacer. El ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, también puso el anzuelo al mostrarse dispuesto a negociar el umbral del 60% de población previsto en la Constitución como imprescindible para aprobar una decisión. Una cifra más elevada facilitará a España concertar alianzas para frenar las propuestas que le disgustasen. Pero Madrid insiste en que su punto de partida es el Tratado de Niza, que otorga a España 27 votos frente a los 29 de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia.
El borrador
Valéry Giscard D'Esteing, presidente de la convención europea para la reforma de las instituciones, propuso un nuevo sistema de doble mayoría para tomar las decisiones en el Consejo de Ministros: el 50% de los Estados miembros o el 60% de la población de la Unión Europea.