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Crisis en la UE

París y Berlín asestan el golpe de gracia al Pacto de Estabilidad

Siempre se intuyó que no iba a resultar fácil convivir en una unión monetaria. Pero la magnitud del enfrentamiento ha desbordado todas las previsiones. La mayor crisis institucional tras la creación del euro hace cinco años arrancó ayer a las cuatro de la madrugada, cuando el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (Ecofin), liderado por Francia y Alemania, acordó congelar la aplicación del Pacto de Estabilidad, lo que permite a ambos escapar de las sanciones previstas para los países que superen el límite del déficit que prevé el acuerdo.

Las reacciones fueron contundentes. El comisario Pedro Solbes afirmó que el Ecofin hace caso omiso de la ley y amenazó con acciones legales ante los tribunales. En una acción sin precedentes, el Banco Central Europeo, reunido de urgencia, apoyó a Solbes, advirtió del 'grave riesgo' de la situación y amenazó veladamente con subir los tipos.

Ayer se comprobó que el día a día en la zona euro puede llegar a ser mucho más difícil de lo que se esperaba. Los economistas, sobre todo estadounidenses, que dudaron de la viabilidad de una fusión tan desigual como la del marco alemán, el escudo portugués o la lira italiana, debieron ver ayer con cierto morbo cómo se cernían sobre Bruselas los peores augurios que columbraron en vísperas del nacimiento del euro.

La Ejecutivo anunció que se reserva el derecho a denunciar la decisión ante los tribunales europeos

El más grave desencuentro entre los miembros de la unión monetaria desde su creación comenzó a gestarse con virulencia inusitada en la madrugada de ayer, cuando Italia, que ocupa la presidencia de turno del Consejo, anunciaba un sibilino acuerdo para congelar la aplicación del Pacto de Estabilidad a Francia y Alemania.

La Comisión Europea, orillados sus argumentos a favor de continuar el expediente, lamentaba 'profundamente' la decisión y se reservaba el derecho de denunciarla ante las instituciones judiciales.

El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, convocaba acto seguido una reunión urgente por videoconferencia del Consejo de Gobierno (ni siquiera el 11 de septiembre provocó una reacción tan alarmante) para subrayar los 'graves riesgos' de las conclusiones de los ministros de Economía.

A media tarde de ayer, esos mismos ministros, divididos poco antes durante más de 10 horas de negociación, cerraban filas frente a las críticas de la Comisión y el BCE, aprobando por unanimidad una declaración pretendidamente solemne sobre su 'fuerte compromiso con unas finanzas públicas saneadas' y 'el papel central que juega el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para mejorar la situación presupuestaria'.

Pero la crisis ya había desbordado la sala de reuniones donde los ministros, con la oposición de España, Holanda, Austria y Finlandia, habían cocinado un compromiso para intentar compatibilizar la benevolencia hacia Francia y Alemania con unas promesas diluidas de ambos países de cumplir con el pacto antes de finales de 2005.

Ni siquiera la amenaza, introducida en el texto a petición de Bélgica, de continuar el procedimiento disciplinario si no se respeta ese plazo sirvió para calmar los ánimos.

'Es un mal día para Europa y para la economía europea', aseveró José María Aznar desde Madrid, que advirtió de las posibles consecuencias para la difícil negociación en curso sobre la futura Constitución europea. El Gobierno español llegó a Bruselas dispuesto a ser 'solidario y comprensivo' con los infractores, según explicó el ministro Rodrigo Rato. Pero España, que podía aceptar unas exigencias edulcoradas a los dos países, rechazó el acuerdo porque, según Rato, 'los procedimientos son muy importantes en algunos momentos de las decisiones políticas'. Rato presidía el Consejo cuando en febrero de 2002 se archivó, sin ni siquiera votarla, la propuesta de advertencia contra Berlín por su derrape fiscal. Como hiciera entonces Rato, el titular italiano, Giulio Tremonti, también defendió ayer la legitimidad de la decisión y recordó que se había aprobado con el respaldo de ocho países que representan el 80% del PIB de la unión monetaria. La sensación de crisis institucional, sin embargo, se propagaba incontenible.

Acuerdo El frágil equilibrio entre el rigor y la benevolencia

RecesiónEl acuerdo sellado ayer por los ministros de economía toma en consideración el 'abrupto e inesperado' empeoramiento de la situación económica en Francia y Alemania. El texto, rechazado por la Comisión Europea, subraya que la previsión de crecimiento para Alemania se ha reducido en dos puntos para el periodo 2003-2004 y en un punto y medio para Francia durante los dos ejercicios.TreguaFrancia y Alemania han obtenido un año más de tregua para cumplir con la obligación de situar su déficit público por debajo del 3%. La ampliación del plazo hasta 2005 fue una propuesta, curiosamente, de la Comisión Europea, cuyas recomendaciones en cambio no obtuvieron ayer el respaldo necesario de los ministros para hacerse oficiales. La CE esperaba con su oferta superar las reticencias de Berlín y París.RecortesLa exigencia de nuevos recortes fiscales en 2004, imprescindible para cumplir con el pacto en 2005, según la Comisión, se diluyó ayer en el texto aprobado por mayoría cualificada por los ministros. Berlín no necesitará ampliar la reducción del déficit de 0,6% prevista para el próximo ejercicio; París sólo necesita incrementar levemente hasta el 0,8% el recorte de siete décimas que ya ha adoptado.VotosHasta tres votaciones diferentes hicieron ayer falta para congelar los expedientes de Francia y Alemania. La primera logró la mayoría necesaria para someter a votación la continuación del expediente. Pero los aliados de los dos infractores bloquearon el siguiente paso. La solución de compromiso se aprobó entonces con el voto en contra de cuatro delegaciones (incluida la española).Igualdad de trato'El cONSEJO REAFIRMA su compromiso con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (...) y reafirma su determinación a aplicarlo asegurando la igualdad de trato a todos los Estados'. Quizá parezca extraño, pero el texto lo suscribieron ayer los ministros de la UE y por unanimidad. Portugal, mientras tanto, sigue inmerso en un procedimiento disciplinario como el que ayer se congeló para Francia y Alemania.

Tercer desaire a la Comisión

Por tercera vez consecutiva en apenas cinco años de unión monetaria, los ministros de Economía de la UE desautorizaron ayer la labor de la Comisión Europea como pivote de la coordinación económica. El comisario de Economía, Pedro Solbes, máximo responsable de esa tarea, encajó con desagrado el nuevo desaire, pero descartó presentar la dimisión.Irlanda fue el primer tropiezo de la Comisión Europea, que intentó en vano alertar en 2001 del recalentamiento de la economía con mayor crecimiento de la UE. El consejo de Ministros respaldó la propuesta de Solbes, pero el titular irlandés, Charlie McCreevy, obvió las recomendaciones. Bruselas archivaba meses después el expediente, con una tímida advertencia sobre la continuación de los problemas. Incluso Robert Mundell, premio Nobel en 1999 por su estudio de las zonas monetarias, acusó a la CE de errar su diagnóstico. A juicio del canadiense, la inflación irlandesa se debía a la baja cotización del euro respecto al dólar y no a una política expansiva de Dublín.La satisfacción por el éxito del nacimiento físico del euro se trocó en acritud para el comisario Solbes poco después del 1 de enero de 2002. Ese mismo mes, la Comisión proponía activar el llamado mecanismo de alerta temprana ante el derrape presupuestario de Portugal y Alemania. El canciller Gerhard Schröder, a la sazón con una difícil cita electoral a siete meses, se revolvió con virulencia contra esa posibilidad. Los ministros, bajo presidencia del titular español, Rodrigo Rato, dieron carpetazo a la propuesta de Solbes sin siquiera pronunciarse sobre ella. Los dos países escaparon a la reprimenda, lo que no impidió que poco después el déficit portugués superase el máximo del 3%, y el alemán, un año después.

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