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Defraudar a las aseguradoras como forma de vida

Una cifra que no deja de aumentar. Los españoles utilizaron su picaresca, y en muchos casos, algo más, para defraudar 162 millones de euros a las aseguradoras en 2002, un 35% más que el año anterior. Son datos de ICEA (Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras), que contabiliza sólo los fraudes detectados. Las perspectivas, a medida que la imaginación de los asegurados se vuelve más sofisticada, no son nada halagüeñas. Quemar la vivienda, autolesionarse, simular accidentes de coche, exagerar enfermedades o simular atracos. Todo sirve con tal de recibir una buena indemnización e incluso hacer de ello una forma de vida.

'Se está convirtiendo en deporte nacional', dice José Luis Nieto, director general de Gesterec, gabinete de peritaje e investigación de siniestros y fraude, que prevé facturar este año dos millones de euros y cuyo equipo ha ganado el 70% de los casos en los que ha participado. 'El 10% de los partes registrados se estima que son falsos'. Uno de los casos más espectaculares es el de un hombre que llegó a presentar 78 partes a 11 compañías en 20 meses. En este tiempo decía haber sufrido, entre otras desgracias, 20 accidentes de coche, 25 atracos en la vía pública y 11 pérdidas de llaves. Es un ejemplo de los denominados fraudes en goteo, que suelen ser 'menores a 6.000 euros y no levantan sospechas a menos de que se produzcan de forma reiterada', dice Nieto. 'Son los más numerosos y los más difíciles de evitar'. Y es que este tipo de fraudes, en principio y en sus orígenes, 'no están mal vistos socialmente', asegura Antonio Blanco, abogado especialista en derecho del seguro y fraude.

Las cifras no mienten. El 88% de los casos del estudio de ICEA, realizado entre 23 aseguradoras, corresponden a la rama del automóvil y el 5% a la de hogar. 'El contrato de seguros se basa en la buena fe; la compañía se compromete a cubrir el riesgo adecuado pero el asegurado debe especificar el riesgo real', dice Nieto. Y en estos casos 'se contrata el seguro con premeditación, se aprovecha el siniestro para magnificar los daños o se trata de redes profesionalizadas'. Es difícil prever a priori un posible fraude.

Un grupo de 12 familias de Ávila, que vivía en el conocido 'portal de los collarines', obtenía sus ingresos de accidentes de tráfico simulados

Las aseguradoras son conscientes de las repercusiones en sus resultados y recuperan parte vía aumento de las pólizas. 'Las compañías invierten cada vez más en sus departamentos de fraude, que generan rentabilidades exponenciales', asegura Blanco. Cuando el tramitador tiene dudas o existen irregularidades o contradicciones entran en juego los gabinetes de reconstrucción y verificación. En muchos casos la investigación se topa con la Ley de Protección de Datos, ya que 'pone trabas a la cooperación entre las aseguradoras'. Sólo con 'educación cambiará la situación', dice Nieto.

Casos como el del portal de los collarines de Ávila, por el que 12 familias vivían gracias a accidentes de tráfico inexistentes que provocaban supuestos latigazos musculares por doquier o las vacaciones pagadas de un individuo a quién cada verano le asaltaban el barco o robos callejeros imaginarios justo cuando la pobre víctima sacaba 500 euros del cajero y llevaba el Rólex al relojero, no dejan de ser resueltos con audacia y mucho sentido común.

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