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El vino francés, cuatro años sin levantar cabeza

No ha sido éste el mejor año para el vino francés. La exportación de la última cosecha arroja cifras nada halagüeñas, un resultado que ya alcanza cuatro años de los últimos cinco. En su detrimento, los vinos de países terceros poco a poco ganan la batalla.

El burdeos de reserva del año 2000 resultó ser de calidad. Pero su precio, según confirman hoy los expertos, muy por encima de sus verdaderas cualidades. Sin embargo, la cosecha del año siguiente, 'mucho más discutible', se benefició de la misma tendencia en precios. Su sobrevaloración dio un respiro a las estadísticas nacionales, que desde hace cinco años arrojan impertérritas resultados cada vez menos favorables para otro gran clásico de la excepción francesa.

Durante la campaña 2002-2003, la exportación del oro galo disminuyó en un 2,7%, según la Oficina Nacional Interprofesional de Vinos (ONI-INS, en sus siglas en francés). Más o menos acentuada, la caída progresiva se produce desde hace cuatro años. La razón, 'la complejidad de la oferta francesa y su atomización', explica un experto en exportación del organismo público. El consumidor, cada vez más ocasional, resulta difícil de fidelizar con infinitas denominaciones de origen y la primacía geográfica, que hoy hace evidente la fragilidad de la excepción francesa, construida desde hace 20 años en torno a la apelación de origen y al terruño.

Durante la campaña 2002-2003, la exportación de vino francés disminuyó un 2,7% y 'la competencia no deja de ganar mercado', según los expertos

Si bien la crisis política derivada del conflicto iraquí, que hoy ya no niega ningún profesional del vino, ha afectado a la exportación de botellas a Estados Unidos, uno de los principales consumidores, el problema es algo más que 'coyuntural'. El comercio del vino está dando un giro, según los expertos, protagonizado por la competencia de los países del sur, 'que no cesan de ganar cuota de mercado'.

Los hasta ahora grandes clientes de Francia -Estados Unidos, Reino Unido y Asia- prefieren, en estos días, otros vinos, venidos de Argentina, de España, pero sobre todo los de las antípodas. Australia es hoy vista como la siguiente 'gran potencia' del vino, con una extensión y capacidad mucho mayores que Europa, progresivamente fuera de juego.

La enseña Lavinia es la prueba más palpable y reciente de esta globalización vinícola. Su especialidad desde que abrió el primer supermercado del vino en Barcelona, hoy también presente en Madrid y en París, es la oferta de una producción nacional pero rodeada de vinos de todas las procedencias.

París, la bodega más grande de Europa, cuenta con 6.500 tipos de vinos. Quienes quieren mantener la esperanza de que la balanza se descompensará de nuevo y favorecerá a los viñedos franceses apuestan por la denominación de origen, ya que 'Australia tiene los mismos problemas de sobreproducción que Europa y, a largo plazo, podrían apostar por la apelación de origen'.

En consecuencia, quizá los franceses no tengan interés en abandonar una tradición largamente labrada, que ha hecho hasta ahora disfrutar de grandes cosechas.

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