Los tipos altos, bienvenidos
Los mercados de futuros de Estados Unidos descuentan una subida de tipos de interés que puede llegar en marzo del año que viene. ¿Sería capaz un acontecimiento de este tipo de truncar la recuperación económica o bursátil? La pregunta habría sido ociosa hace sólo un par de meses, pero ahora ronda la cabeza de los bolsistas. Pero no les quita el sueño, al menos a los más avezados, que no suspiran por un alza de los tipos de interés, pero le darían la bienvenida de buen grado.
Ojalá en marzo la economía mundial presente un panorama tan claro como para que la Reserva Federal se decida a subir los tipos. Sería una señal de que, a ojos de Alan Greenspan, la recuperación está lo suficientemente encarrilada como para superar los obstáculos que, en forma de desmesurados desequilibrios internos y externos, hacen dudar de su sostenibilidad.
Que los tipos de interés estén al 1% mientras la economía ha crecido al 7,2% da cuenta de la situación mejor que las palabras de cualquier analista. Por esta misma razón, que abandonasen este nivel sería la mejor noticia posible para los inversores. No por sus propios efectos, sino por el significado que cobraría en el entorno actual.
¿Es el mundo al revés? Porque cuando uno de los primeros axiomas que escucha uno cuando se empieza a familiarizar con la Bolsa es que los tipos de interés son malos para el mercado, y que cuando sube, la Bolsa debe bajar. El que lleva más años en el parqué sabe, por otra parte, que los axiomas tienen la misma duración que los ciclos bursátiles sobre los que están fundamentados. Baste recordar, por ejemplo, aquello de que 'lo que es malo para la economía, es bueno para la Bolsa' que algunos supuestos expertos exclamaban, sin sonrojo aparente, en los tiempos de la burbuja.
Un reciente estudio de la OCDE señalaba, a partir de datos estadísticos y no de convicciones subjetivas, que los tipos de interés de referencia mantienen distintas correlaciones con la Bolsa, en función del momento del ciclo bursátil. De este modo, si el ciclo es alcista, la correlación es negativa -tipos al alza, Bolsa a la baja-, y si el ciclo es bajista, positiva -tipos al alza y Bolsa también-, que es lo que ocurriría ahora.
La siguiente pregunta que debe hacerse el inversor es hasta qué punto se puede confiar en Greenspan. Guiar las inversiones en función de sus palabras puede conducir al ahorrador a un episodio de esquizofrenia galopante. Ahora bien, puede darse por sentado que no subirá los tipos -sobre todo en año electoral- a menos que sea estrictamente necesario.