Cómo comprar en el supermercado inteligente
En el supermercado del futuro no hace falta pensar en la lista de la compra. Un asistente electrónico aparece en un monitor a la entrada del establecimiento y, previa introducción de una clave, nos recuerda las preferencias anteriores y elabora la relación de productos que necesitamos. Después, un ordenador instalado en el carrito de la compra nos guía hasta la sopa de tomate o el detergente, para evitar innecesarias búsquedas por el supermercado. En el mismo ordenador podemos escanear los códigos de barras de nuestros artículos y pagar con la tarjeta de cliente para ahorrarnos la cola en la caja.
Algunos productos (todavía pocos debido al alto precio de esta tecnología) llevarán incorporada una etiqueta RFID con pequeños transmisores, lo que permite rastrearlos por el establecimiento. Así, los empleados son avisados cuando el cliente toma el último artículo de una estantería y pueden reponerlo inmediatamente, o saben en qué orden se hacen las compras, una información que puede ser práctica para el negocio.
Todo esto no es ciencia-ficción, sino que ya es realidad en un supermercado del grupo alemán de distribución Metro. Este grupo, que controla cadenas de tiendas minoristas y otras que también venden al por mayor (como el grupo Macro en España) ha puesto en marcha su Tienda del Futuro, en la que colabora con 39 empresas del sector tecnológico como SAP, Intel o Cisco Systems, y que considera un verdadero banco de pruebas para el sector de distribución.
La primera Tienda del Futuro, un establecimiento situado en la pequeña ciudad de Rheinberg, al oeste de Alemania, lleva funcionando desde el pasado mayo y sus responsables aseguran que es un éxito. Según un estudio elaborado por la consultora Boston Consulting y difundido recientemente por Metro, un 77% de los clientes de la Tienda del Futuro ha hecho uso de estos nuevos avances.
'Los compradores están fascinados con algunos de los aparatos', afirma Gerd Wolfrang, responsable del proyecto. Según Wolfrang, la balanza inteligente, que reconoce inmediatamente lo que está pesando sin necesidad de teclear ningún botón e imprime un tique con su precio, es una de las tecnologías más usadas, así como los terminales de información que proporcionan consejos sobre vino, tipos de carne o productos para el cuidado del bebé.
Menos éxito han tenido los escáneres de códigos de barras para evitar pasar por la típica caja del supermercado y que solamente han usado un 53% de los visitantes. En este sentido, es posible que muchos de los clientes desconfíen o tal vez prefieran que sea una persona quien calcule el precio real de su compra.
æpermil;ste es el riesgo al que apuntan algunos expertos en distribución, que sostienen que a los clientes les gusta más relacionarse con las personas que les atienden que con los ordenadores que les sirven. Quizá por ello, otros experimentos similares, como el realizado por la también alemana Rewe, fracasaron en su intento.
El riesgo al que apuntan algunos expertos en distribución es que a los clientes les gusta más relacionarse con las personas que con los ordenadores