El sector inicia el debate sobre la nueva etiqueta de los alimentos

La idea ha sido rescatada ahora, tras los nuevos ensanchamientos de los márgenes comerciales en las hortalizas, después de que fuera estudiada y olvidada hace unos meses.

No hay optimismo. Todos los agentes conocen la complejidad que supone tal medida, dada la diversidad de canales de comercialización o de especies de cada producto que dificulta una unificación de precios. De hecho, los encuentros parten con varias rémoras. Por una parte, la similar experiencia piloto desarrollada en Francia con productos hortofrutícolas no aportó ninguna solución al problema de los márgenes alimentarios; por otra, el pesimista talante de Agricultura cuando aborda la situación. Dice este organismo que 'la implantación de un sistema de doble etiquetado requiere una serie de condiciones previas, tales como la normalización y tipificación de los productos, la determinación de su trazabilidad económica (conjunto de agentes que intervienen en la cadena de comercialización) y la recopilación de información de precios en cada nivel comercial. Todo ello complica enormemente su puesta en práctica, más aún si se trata de productos que han sufrido un proceso de transformación agroalimentaria'. Además, ni el grupo de trabajo que hoy se reúne ni su propósito son nuevos. El grupo de trabajo para el estudio de viabilidad del doble etiquetado', se formó el 10 de enero de 2001 y se diluyó (aunque no oficialmente) tras escasos encuentros en los que se constató la dificultad de la medida, aderezada además por un informe de la abogacía del Estado que 'cuestionaba el rango de la norma que regularía su implantación, el órgano competente para dictarla y si ésta afectaría a la reserva de datos económicos de carácter privado'.

Asaja y Upa, organizaciones agrarias que estuvieron en el principio de la idea, son optimistas con el proyecto; sostienen, que aunque la medida no solucionará el problema de los márgenes, sí arrojará más luz sobre los mismos.