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Cinco Sentidos

Aprendices de sumiller

Sabe distinguir un tinto joven de un reserva por el color? ¿Qué quiere decir que un vino está cerrado? ¿Cuál es la diferencia entre un cava y un champán? Hasta hace pocos años casi nadie se molestaba en conocer las respuestas, pero hoy en día muchas personas son capaces de contestar sin pestañear.

El vino está de moda, en buena medida por la revolución vinícola que ha experimentado España en los últimos años, y también porque el conocimiento del vino y su mundo es sinónimo de cultura. Por ello, y porque el mundo del vino engancha, fascina, cuando se va conociendo con mayor profundidad, proliferan las escuelas, asociaciones e incluso consejos reguladores que organizan talleres y cursos de distintos niveles para iniciarse o profundizar en él.

La gran mayoría de la formación en este campo está dirigida a los aficionados que parten de un nivel básico o inexistente, y hacen hincapié en nociones fundamentales referidas a la elaboración de los distintos vinos españoles (blancos, rosados, tintos con y sin crianza, espumosos y generosos), aproximaciones a la viticultura (clima, suelos, variedades...) y a las distintas denominaciones de origen.

La gran mayoría de los cursos se dirige a los aficionados que parten de un nivel básico o inexistente

Además, apoyados en degustaciones, se hace una iniciación al análisis sensorial o cata, aprendiendo qué sentidos participan, en qué parámetros hay que fijarse a la hora de la valoración, el lenguaje de la cata, etc. Para los ya iniciados existen cursos más especializados, que inciden con mayor énfasis en la cata propiamente dicha.

Las posibilidades son inmensas, porque existen monográficos sobre tipos de vinos (champanes, vinos de Jerez, australianos, chilenos...), catas comparativas (riojas contra riberas del Duero, por ejemplo), verticales (degustar distintas añadas de un mismo vino) o maridajes (adecuación vino-plato). La mayoría de las organizaciones que los imparten ofrecen la posibilidad de personalizarlos o hacerlos a medida, porque no sólo el aficionado se interesa por este mundo, sino también numerosas empresas que los ofrecen como incentivo a sus trabajadores u obsequian con ellos a sus clientes.

En estos casos los costes son difíciles de cuantificar, pues depende de si es necesario el desplazamiento del profesorado -suelen acudir a cualquier punto de España-, el número de horas, los alumnos y los vinos que se vayan a catar. La formación de los cursos suele estar a cargo de enólogos, sumilleres y reconocidos profesionales del análisis sensorial, que también facilitan manuales y documentación, y casi siempre diplomas y certificados que acreditan haberlos realizado.

Hoy se abre el IV Salón del vino

Madrid acoge desde hoy y hasta el próximo día 18 en Ifema la IV edición del Salón Internacional del Vino que reúne a 500 expositores procedentes de España, Francia, Italia, Portugal, Alemania y Canadá. Además de la feria tendrán lugar diversas actividades como el Taller de los Sentidos o el Maridaje 5 Estrellas, en la que cinco cocineros de renombre y otros tantos sumilleres intentarán explorar de forma escenificada la teoría de que platos y vinos tienen una relación unívoca y potenciadora.En esta edición participarán chefs de renombre como Sergi Arola, del restaurante La Broche (Madrid), o Juan Pablo Felipe, de El Chaflán, y sumilleres de la talla de Custodio Zamarra, de Zalacaín.El país invitado este año es Alemania.

La cata. El imperio de los sentidos

A la hora de catar, los sentidos se ponen a trabajar. No se preocupe si al principio todos los tintos le parecen del mismo color o el vino sólo le huele a eso, a vino. Es cuestión de práctica y de memoria. Vista, olfato y gusto son imprescindibles a la hora de degustarlo, y definen las tres fases de una cata. Primero, incline la copa sobre un fondo blanco y aprecie el color, su brillantez y nitidez. Después llévesela a la nariz, sin moverlo, y aspire, para a continuación mover suavemente el vino en la copa. Vuélvalo a oler, apreciando todos los aromas que desprende. Por último beba un poco, dejando que el vino impregne toda la boca. Al final dejará una sensación, el retrogusto, más o menos permanente según sea el vino. Todo este procedimiento no es casual, porque define la calidad de un vino. Y además de apreciarlo mejor, dejará sorprendidos a sus amigos.Además de los cursos de cata pueden encontrarse algunos otros de lo más curioso como el del Círculo del Vino Matritense (www.vinomatritense.com) en el que durante ocho lunes consecutivos en jornada de tarde se aprende a hacer vino: desde los procesos, mediciones y controles de la fermentación alcohólica hasta el propio embotellado. Además, el alumno se lleva a su casa el vino elaborado por él.

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