Integristas de chaqueta y corbata
Ahora resulta que para anticipar un atentado lo mejor no es investigar ni infiltrar a topos ni intentar cortar las causas que provocan el terrorismo. En absoluto. Las cabezas pensantes de la Administración estadounidense han iluminado el camino de los servicios de seguridad al proponer un mercado de futuros sobre terrorismo. Las compras y ventas de atentados anticiparán la violencia.
Posiblemente, quienes idearon esta aberración encuentren un placer oculto, sádico y morboso en jugarse el dinero con el horror ajeno. Posiblemente, la estética de videojuego que marcó el seguimiento televisivo de la guerra de Irak ha hecho cundir la opinión de que Oriente próximo es como un Mundial de Fútbol de la violencia que, además, nunca cierra, por lo que es terreno abonado para las apuestas. Como si el Madrid y el Barça jugasen todos los días. Hoy ganan los palestinos, pero mañana las apuestas están a favor de Sharon 10 a 1.
No obstante, cuando uno lee la noticia evoca muchas otras expresiones de lo que se podría llamar fundamentalismo o integrismo de mercado. Es una filosofía sencilla. Consiste en pronunciar una o varias de las expresiones 'mercado', 'mano invisible' o 'Adam Smith' a la hora de justificar cualquier tropelía como, por ejemplo, explicar por qué es bueno apostar por que maten a Arafat.
Una cosa es que el mercado sea, bajo condiciones de competencia perfecta, el mejor sistema para fijar precios y asignar recursos, o que la iniciativa privada fomente la eficiencia. Otra bien distinta es que el mercado sea una piedra filosofal tan infalible que sus beneficios ni siquiera necesitan ser argumentados. Los talibanes señalaban que su violencia arbitraria estaba escrita en el Corán. No lo estaba, pero tampoco se preocupaban de buscar más argumentos. ¿Qué pensaría Adam Smith del macabro mercado de futuros del Pentágono?