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Viajes

De la música al infinito

Dos milagros tendrán lugar en julio en la llamada 'Città della música', la licuación de la sangre de San Pantaleón y un festival que reúne a melómanos en los mismos jardines que inspiraron a músicos y escritores de renombre universal

Lo que deja literalmente boquiabierto es el panorama, que casi cuesta creerse de primeras. Villas, iglesias y callejas se empinan sobre un zócalo rocoso que se precipita a plomo, varios cientos de metros, sobre la calma glauca de la costa amalfitana. Todo tiene explicación: ese enclave inaccesible y pintoresco fue elegido por los nobles romanos que fundaron la ciudad hacia finales del siglo IV y siglo V, es decir, cuando el Imperio de occidente se hundía, y los que huían del empuje de los bárbaros buscaban refugios inaccesibles. Luego, la ciudad prosperó al amparo de la República de Amalfi, que está a un paso; y tanto prosperó que llegó a rebelarse y a elegir a su propio dogo, por lo cual comenzaron a llamar Rebello a aquel lugar, tal es el origen del nombre de Ravello.

Su conexión con la música es más tardía -suponiendo que el propio paisaje no sea de por sí una sinfonía-. En el centro del pueblo, junto a la catedral, hay una villa del siglo XIII que lleva el nombre de Rúfolo, un ricachón al que cita Bocaccio en la segunda jornada del Decamerón. Pues bien, en mayo de 1880, Wagner creyó encontrar en los arabescos del claustro morisco de la villa 'el mágico jardín de Klingsor' e inspiración para el acto segundo de su Parsifal. Esta villa histórica es -junto con la plaza de la catedral- uno de los escenarios donde se desarrolla el festival de música, que este año arropará el programa oficial con softly music, es decir, programas amables de música de jazz y otros géneros ligeros.

Un músico bastante conocido, Leopold Stokovsky, llevó a cabo una fuga amorosa con una diva más conocida que él: Greta Garbo; la pareja de amantes se escondió en Villa Cimbrone en la primavera de 1938 viviendo horas de secreta felicidad. La ciudad tiene tanto de escondrijo como tuvo de refugio en sus inicios. Quedan fragmentos de muralla, puertas, pasajes cubiertos de sabor moruno, además de otros rincones discretos, como la plaza de la Fontana Moresca. Su bonanza medieval queda patente en lugares como el convento de San Francesco y su espléndido claustro, o en varias iglesias de estilo siciliano o árabe-normando (S. Giovanni, Santa María a Gradillo, Santa Anunziata), que son por estas latitudes una auténtica rareza.

Villa Cimbrone fue el punto de encuentro de los intelectuales dispersos por la costa y el llamado grupo de Bloomsbury

También la catedral (iniciada en el año 1086) tiene elementos árabe-normandos (la torre, sobre todo). Pero es su interior el que con sus mosaicos bizantinos, columnas y capiteles de acarreo espeja de manera ejemplar la Italia acrisolada y culturalmente imbrogliata. Hay una curiosidad notable, en una espléndida capilla renacentista se guarda en una ampolla de cristal casi medio litro de la sangre de San Pantaleón, patrón de la ciudad. Una luz situada detrás del relicario permite ver cómo el coágulo negruzco se convierte, cada 27 de julio, fiesta del santo, en una mancha líquida de intenso color rubí.

Villa Cimbrone es como una pequeña ciudad dentro de la ciudad. Las ruinas de un convento del siglo XI fueron convertidas por lord Grimthorpe, en 1904, en uno de los lugares más románticos del mundo. Aquí amontonó estatuas y obras de arte, esparcidas en jardines y bosquetes de raras especies -algunos árboles procedían de otra villa suya en la Patagonia chilena-. El arbóreo Viale de l'Inmenso conduce a la llamada Terraza dell'Infinito: un balcón alucinante embellecido con bustos clásicos y que Gore Vidal (vecino de Ravello) calificó como 'el más hermoso panorama del mundo'. Esta Villa Cimbrone (actualmente, un hotel de lujo) fue el punto de encuentro entre los intelectuales dispersos por la costa y el llamado grupo de Bloomsbury, y aquí discutieron o afilaron sus ideas gentes como D. H. Lawrence, Forster, Elliot, Virginia Wolf o el economista Keynes, entre otros. Ravello no ha perdido en absoluto el toque de gracia que estos aristócratas de la mente -y otros de la sangre- vertieron en una población sencilla, volcada inexorablemente al imperio de los sentidos.

Localización

El Festival Musical de Ravello. Se desarrollará en diversos escenarios de la ciudad durante los meses de julio y agosto. La información detallada del programa se puede obtener en la Azienda Autonoma Soggiorno e Turismo, Piazza Duomo, Teléfono: 39 089 857096, e-mail: aziendaturismo@ravello.i, www.ravello.it/aziendaturismo. La venta o reserva de localidades se puede hacer a través de la Società dei Concerti di Ravello, Teléfono: 39 089 8581499. Precio de las entradas, 13 euros.Alojamiento. Hotel Villa Cimbrone (Via Santa Chiara, 26, Tel.: 39 089 857459, info@villacimbrone.it) es de por sí un destino turístico, ya que en sus extensos apartados e históricos jardines se han dado cita escritores y celebridades; las habitaciones ocupan parte del edificio ocupado por un convento medieval. Precio, entre 210 y 300 euros la habitación doble y 360 euros la suite.Rufolo (Via San Francesco, 1, Tel.: 39 089 857133) es otro hotel histórico, que ocupa parte de la villa y jardines que inspiraron a Wagner y donde se desarrollan algunas sesiones del festival. Palazzo Sasso (Via San Giovanni del Toro, 58,Tel.: 39 089 818181) es un cinco estrellas en pleno casco histórico. Palumbo Palazzo Confalone (Via San Giovanni del Toro, 28, Tel.: 39 089 857244), otro cinco estrellas próximo al anterior, con hermosos jardines.Comer. Cumpà Cosimo (Via Roma, 44-46, Tel.: 39 089 857156), cocina regional de la Campania, asequible. Confalone (Via Toro, 16, Tel.: 39 089 857244), cocina regional y clásica, con jardines, lujoso y precios a tono. Salvatore (Via Bocaccio, 2 +39 089 857227), cocina típica de la costa amalfitana, con agradables jardines. Palazzo della Marra (Via della Marra, 7, +39 089 858302), cocina creativa e internacional. Villa Eva (Via Santa Chiara, 3, Tel.: 39 089 857167).

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