Sigue la lucha por la libertad económica
The Economist fue fundado hace 160 años por un empresario escocés, James Wilson. Desde sus principios el propósito de la empresa era presionar por la libertad, y especialmente por la libertad económica (...). Ahora Wilson podría coger una depresión si supiera que en el siglo XXI todavía necesitamos seguir luchando por esos principios (...). Sorprendentemente, The Economist sigue en los negocios. Desafortunadamente, todavía hay mucho que hacer.
Cuando piensas en el recorrido del capitalismo en siglo y medio de vida (...), es destacable que todavía se cuestione su legitimidad. Y los que marchan contra la globalización no son los únicos. Los mercados continúan funcionando bajo una sombra de culpa (...). Todos los Gobiernos trabajan bajo la presunción de que tienen que actuar. En este caso podían haber hecho las cosas mejor (...). Sobre los éxitos del capitalismo, se puede hablar del incremento de esperanza de vida, pero lean algo sobre la bomba de relojería demográfica (...); sobre la erradicación de la pobreza, eche un vistazo a las diferencias norte-sur (...).
El principal peligro para que el capitalismo tenga éxito son las muchas personas que se consideran a sí mismas como principales defensoras del sistema: los presidentes de las compañías, sus propietarios, los políticos que insisten en que ellos son pro mercado. Representan todo lo equivocado del capitalismo (...). Los políticos pro mercado son tachados de anticapitalistas si tratan de encriminar a un presidente de una gran compañía (...).
Vamos hacia el libre mercado. Es un trabajo duro, pero ha de ser constante. Esperamos tratar el tema durante los próximos 160 años.