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Revista de Prensa

Dónde archivar la Constitución de la UE

Cuando se empezó a debatir sobre la necesidad de que la Unión Europea poseyera su propia Constitución, The Economist aplaudió la idea. La UE, decíamos, necesita un texto para agrupar todos los acuerdos anteriores. Es más, Europa necesita una idea clara de lo que es y de lo que intenta ser (...). Una Convención, decíamos, solucionará todo esto (...).

Siempre existe el riesgo de que la Convención no alcance una buena Constitución. Lo que era difícil imaginar era que fuera a producir un texto que empeora todos los problemas que debería encauzar (...).

En muchos aspectos (...) la Constitución dificulta la comprensibilidad del funcionamiento de las instituciones europeas (...). Todo lo importante que toca la Constitución está mal (...).

La división de poderes que se recoge es tan vaga que los mismos que han participado en la Convención no pueden explicar lo que significa (...). De igual manera, el principio de subsidiariedad -la idea de que las decisiones políticas serían tomadas, tanto como fuera posible, a niveles de un Gobierno elegido por los ciudadanos- se ha vaciado del significado que debería tener (...).

En resumen, la Convención no ha intentado llegar a un texto definitivo. Al contrario, se trata de un proyecto hecho aceleradamente. Esta inestabilidad lleva a Europa por la dirección que los delegados de la Convención parecen desear, aumentar las labores legislativas, judiciales y ejecutivas.

El problema es que no parece que los ciudadanos quieran esto; más bien todo lo contrario (...). La Unión Europea todavía necesita una Constitución. Este lamentable proyecto, con toda seguridad, no lo es.

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