Los mercados celebran la buena marcha de las reformas en Brasil
Alos seis meses de haber asumido el Gobierno, el PT se enfrenta a su primera prueba de fuego. Y por la reacción del mercado y de los distintos grupos parlamentario, todo indica que Lula la superará airosamente, aunque no sin costes políticos de cierto calado.
El eje del debate es la anunciada reforma de las pensiones públicas y, secundariamente, de la que atañe al sistema impositivo. El Gobierno pretende sufragar los gastos de su plan Hambre Cero con una equiparación a la bajada de las pensiones de los funcionarios con las del sector privado, al tiempo que busca obligar a que los jubilados y pensionados coticen a la Seguridad Social para sostener ese plan social.
Este programa ha desatado serios ataques del sector crítico de izquierdas del PT a su propio presidente. La semana pasada, Lula dejó en claro que está dispuesto a expulsar del partido a los disidentes, en un mensaje que ha sido recibido con beneplácito por los mercados y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Una misión del organismo llegó ayer a Brasilia para estudiar la marcha del acuerdo con el país y se descuenta que aprobará los resultados obtenidos, como lo muestra el cumplimiento en exceso de las metas de superávit fiscal operativo acordadas por Brasil y el Fondo Monetario Internacional.
La recuperación del real en un 20% en lo que va de año y la caída de los rendimientos de los títulos de la deuda brasileña, además del retroceso del riesgo-país, son síntomas de una creciente confianza de los mercados en la política económica del Gobierno.
Sin embargo, desde la perspectiva social la situación sigue siendo preocupante, ya que la inflación sigue en niveles elevados, lo que obliga a que los tipos de interés no bajen del 26,5% anual, algo que dificulta el crecimiento económico y dispara las críticas de los industriales.
Pero en lo que respecta a las reformas, el Gobierno cuenta con el apoyo crucial de la Iglesia, de los 27 gobernadores estatales y también de los congresistas de la oposición del Partido Socialdemócrata del ex presidente Fernando Henrique Cardoso y del Frente Liberal, de tendencia ultraconservadora.
En la acera contraria, en minoría pero con un potencial de movilización social importante, se agrupan los rebeldes del PT y algunos dirigentes sindicales de peso. En concreto, la amenaza de expulsión del partido apunta a cuatro dirigentes. Dos de ellos son líderes históricos y fundadores del PT con Lula. Se trata de la senadora Helóisa Elena y del diputado Joao Batista Babá. Elena ha amenazado con movilizaciones y actos públicos. Batista ha dicho que puede 'ser expulsado del partido porque defiendo las posiciones de siempre de proteger a los trabajadores'.
Pero el presidente parece decidido a superar como sea esta oposición y los próximos días serán claves para comprobar su firmeza.