El carburante apenas baja de precio tras el abaratamiento del petróleo y del dólar
Durante el otoño de 2002 y conforme aumentaban las tensiones entre EE UU, la ONU e Irak, el precio del petróleo tipo brent comenzó a aumentar progresivamente.
Además de la posibilidad de que se iniciara un conflicto bélico que no contaba con apoyos unánimes dentro de la comunidad internacional, los malos datos económicos y las incertidumbres que introducía la guerra comenzaron también entonces a aupar al euro en detrimento de la divisa estadounidense.
Desde septiembre del pasado año hasta la actualidad, el precio medio registrado por el crudo en el mercado de Londres se situó en los 27,9 dólares por barril, aunque poco antes de iniciarse el conflicto bélico, el pasado 20 de marzo, llegó a rondar los 35 dólares.
Sus últimas cotizaciones han oscilado en el en torno de los 24 dólares por barril, lo que significa un abaratamiento del 13,3% sobre el citado promedio.
En el caso del binomio petróleo-guerra no ha habido sorpresas. Los analistas y las principales operadoras del mercado ya anticiparon que durante la confrontación armada el barril de crudo podía dispararse por encima de los 30 dólares, pero si la batalla era corta los precios volverían rápidamente a valores más acordes con los niveles de producción y demanda. Con un brent situado en torno a 24 dólares, el coste del petróleo vuelve a retroceder al registrado hace cinco meses, aunque la explicación que ofrecen ahora los expertos está más ligada a la última decisión adoptada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de recortar tímidamente su producción.
La OPEP ha asegurado que el acuerdo recientemente alcanzado reduce en dos millones de barriles diarios la producción media registrada en febrero y marzo, que ascendió a 27,4 barriles. No obstante, estas cifras se corresponden al momento en el que Irak producía 1,9 millones de barriles. Por ello, fuentes del cartel petrolífero reconocen que la producción, una vez se haga efectivo el acuerdo a partir del primero de junio, apenas se reducirá en 600.000 barriles diarios.
Pero la evolución de la cotización del dólar frente al euro no ha sido tan lógica como la experimentada por el crudo. Mientras que en septiembre de 2002 la cotización de la moneda única alcanzaba los 0,9689 dólares, en la actualidad se mantiene por encima de 1,12, lo que representa una depreciación del 16,2% del billete verde, demasiado castigo, según algunos analistas.
Duradera apreciación
Las primeras apreciaciones que protagonizó el euro frente al dólar estuvieron motivadas por la debilidad económica que seguía mostrando Estados Unidos, pero lo que ha sorprendido es que una vez acabada la guerra el billete verde no haya recuperado si no todo, sí gran parte del trecho perdido, sobre todo por la rapidez con que se produjo la caída de Bagdad.
De hecho, desde que el euro se situó por encima de la barrera de los 1,11 dólares, la preocupación ha empezado a generalizarse en toda Europa. Las patronales de los sectores cuya actividad depende más del sector exterior han puesto de manifiesto que por encima de dicha cotización, las empresas del Viejo Continente comenzarán a perder competitividad.
Y, por último, los carburantes. Sumado el abaratamiento del crudo y la depreciación del dólar, la factura petrolífera (que se paga en dicha divisa) se ha rebajado en casi un 30%, pero el precio de las gasolinas no ha disminuido en dicha cuantía. Para idéntico periodo al que se ha tenido en cuenta en el análisis del crudo y el dólar, la gasolina sin plomo de 95 octanos ha pasado de costar de media 85,8 céntimos de euro el litro (aunque algunas semanas tocó el máximo de 90,9 céntimos) a costar hoy de promedio 81,4 céntimos (un 5,12% menos).
Por su parte, el gasóleo de automoción, que llegó a superar los 77 céntimos por litro, se comercializa ahora a 71,3, lo que significa una rebaja media del 7,4%. Por ello, el abaratamiento medio de los carburantes se sitúa en el 6,2%. ¿Qué es lo que impide que los carburantes bajen de forma más ostensible? Según las petroleras, la explicación hay que buscarla en la evolución que han protagonizado las cotizaciones internacionales de los productos ya refinados.
Estos valores suelen evolucionar año tras año más de acuerdo con la demanda y la temporada del año (desde febrero se incrementan las ventas ante la llegada del verano, que es la época de mayor consumo) que con el precio del crudo. Por ello, sólo ahora empieza a atisbarse una ligera estabilización de esas cotizaciones, que desde septiembre de 2002 no han dejado de subir, ni siquiera con motivo del desplome del brent al finalizar la guerra.
La cotización de la sin plomo ha retrocedido un 12% sólo en abril desde el máximo que alcanzó en febrero, mientras la del gasóleo aún se resiste a descender y apenas cae un 3%. Esta resistencia de las operadoras a trasladar las rebajas de costes ha vuelto a molestar al Gobierno, que conminado a las compañías a que bajen precios con más celeridad.