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Lealtad, 1

Napoleón y las pequeñas victorias

Todos los días una pequeña victoria, pero todos los días. Napoleón ya lo destacó en su tiempo como la mejor fórmula para dar moral a la tropa. Hoy la guerra se libra en las Bolsas más que en el propio frente. O al menos así lo destaca cada día el futuro del S&P 500, que es el que marca el paso.

Las Bolsas se han aferrado a la vieja máxima napoleónica y han olvidado asuntos relevantes. Por ejemplo, que quienes anunciaron que la invasión a Irak iba a ser un paseo militar se han equivocado. También que la resistencia es mayor de lo previsto y más si se considera la fragilidad de las defensas iraquíes y la penuria de sus artilugios bélicos.

Las Bolsas han olvidado, asimismo, el día después y han cogido el toro casi muerto de la economía por los cuernos de la abundancia. Lo más escuchado en las dos últimas semanas, siempre en boca de los vendedores de biblias de los grandes bancos de inversión, es que con el final de la guerra se desmelenarán los crecimientos, porque mejorará la psicología de trabajadores y empresarios, de consumidores y productores.

Las Bolsas, así, aplauden a rabiar las pequeñas victorias, porque son diarias. Ahora se conquista este puente en el río Tigris; ahora se hace una incursión más profunda en Bagdad, que, según mandos de las fuerzas angloestadounidenses, no significa el ataque definitivo; ahora se encuentra el cadáver del primo de Sadam, el químico que hizo tropelías contra los kurdos; ahora se toman edificios emblemáticos.

Hay en este discurrir un asunto que los participantes en el mercado obvian de manera reiterada. Se trata del protagonismo total de los hedge fund y, claro está, del arbitraje con derivados. La subida de la Bolsa comenzó una semana antes del inicio de la guerra. Olvidar esto puede acarrear consecuencias negativas, porque los hedge fund pueden dar la espantada cuando los peces estén en la red.

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