Los Quince se dan un año para concluir las principales reformas
'La Unión Europea sigue existiendo y no podemos permitir que los acontecimientos externos nos cambien la agenda'. La promesa del primer ministro griego, Costas Simitis, presidente de turno del Consejo Europeo, se cumplió. La ofensiva estadounidense contra Irak no impidió que la cumbre de los Quince celebrada ayer en Bruselas abordase impasible la evaluación del proceso de reformas económicas emprendido en el año 2000, la posiblidad de condonar una multa de más de 600 millones de euros a los ganaderos italianos (por haber superado la cuota de producción láctea que Bruselas fijó para sus vacas) y aprobó la reforma del sistema de votos del BCE.
Y a pesar de la profunda división que sufre la Unión Europea, los líderes se fijaron el difícil reto de rematar en un año las reformas pendientes. A saber: la directiva de ofertas públicas de adquisición, cuyo primer proyecto abortó Alemania en 2001; la liberalización del transporte de viajeros por ferrocarril, que despierta suspicacias en Francia; las nuevas directivas de licitación pública, rechazada por las autoridades locales y regionales; la directiva de responsabilidad medioambiental, considerada inviable por la patronal aseguradora europea; y las normas sobre sistemas de Seguridad Social para facilitar la movilidad laboral entre los Estados miembros.
Los Quince, sin embargo, tienen una merecida reputación de cumplir los plazos que se fijan 'demasiado tarde, y con pocos resultados', según recordó en esta cumbre la patronal europea. Ayer mismo no pudieron ratificar el acuerdo sobre la fiscalidad del ahorro.