_
_
_
_
Opinión

Otro reto para el turismo mundial

El turismo internacional afronta otro importante reto. El milenio se ha estrenado con años excepcionales: el año 2000 fue excelente -697 millones de llegadas, un 6,8% más que en 1999, año marcado en Europa por la guerra de Kosovo-; en 2001 confluyó una situación económica débil con los terribles atentados del 11-S y el resultado no fue el hundimiento del turismo, como algunos anunciaron, sino un descenso del orden del 0,5%. Jamás se había conocido una crisis de confianza como la vivida.

La sucesivas crisis que han afectado al turismo internacional han hecho que los profesionales y administradores turísticos adquieran una valiosa capacidad de gestión. Eso ha contribuido a que el turismo, sector vulnerable, tenga una capacidad de resistencia y un poder de recuperación infrecuentes en una actividad económica capaz de generar en el mundo 464.000 millones de dólares de ingresos (2001), es decir, de exportar 1.300 millones de dólares diarios. El turismo no ha conocido desde 1950 una depresión profunda ni duradera.

La difícil situación iniciada en el último trimestre de 2001 continuó en 2002 con una economía mundial que no acababa de recuperarse y con nuevos atentados, esta vez dirigidos a turistas. Sin embargo se cerró el año con resultados mejores que los esperados: 715 millones de llegadas. En el mundo creció un 3,1%, 2,4% en Europa y 3,3% en España. Tras esas cifras lo más llamativo son los cambios operados en el mercado.

El deseo de viajar permaneció intacto, pero se expresó de manera diferente. Se dio prioridad a los viajes a destinos conocidos, familiares y percibidos como seguros. Se retrasó la reserva de las vacaciones y aumentaron las compras de última hora. Hubo una gran sensibilidad a los precios y una mayor demanda de destinos nacionales y de la propia región. Todo ello favoreció los sistemas de transporte terrestre y el uso de compañías aéreas de bajo coste.

La oferta respondió con una gestión muy estricta de los costes para asegurar rentabilidades aceptables, con menores capacidades ofertadas y con el lanzamiento de nuevos productos. Quebraron compañías aéreas y surgieron tensiones de liquidez y dificultades notables a empresas que dependían del tráfico de larga distancia, del mercado americano, a las que estaban en los segmentos de mayores precios y a algunos operadores turísticos convencionales. También hubo ganadores. Entre otros, en el turismo interno, el turismo orientado a segmentos de fuerte motivación, los cruceros marítimos o el turismo urbano de corta estancia. Las administraciones públicas, por lo general, mostraron que son claves en este tipo de situaciones, trabajaron conjuntamente entre ellas y con el sector privado en la búsqueda de programas paliativos y en actividades de reactivación de la demanda.

El año 2003 arrancó con incertidumbre y nuevas amenazas. Las previsiones sobre las consecuencias de las operaciones militares en Irak se vinculan a escenarios que en el fondo, salvo los más negativos, prevén -una vez superado el conflicto- comportamientos similares a los vividos en 2002.

Ahora hay un factor diferencial: los operadores y las administraciones turísticas han preparado planes para hacer frente a la situación. Los ejes de acción de estos planes tienen que ver con consolidar la seguridad, el rediseño de planes de marketing, el apoyo al aparato productivo turístico, la captación de turistas del mercado intrarregional y el desarrollo del turismo interno.

Dice el proverbio que cuando más oscura está la noche más cerca está la mañana; esperemos que amanezca pronto.

Archivado En

_
_