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Revista de Prensa

El mundo vive en agonía la víspera de la guerra

La humanidad vive la víspera de la guerra como una lenta y pesada agonía, mientras se van desvaneciendo en el horizonte las últimas esperanzas de preservar la paz.

Las estructuras institucionales que la comunidad de las naciones fue levantando trabajosamente a lo largo del siglo XX para evitar el estallido de nuevos enfrentamientos bélicos han resultado insuficientes para frenar la escalada del conflicto armado entre Estados Unidos e Irak. La diplomacia ha perdido la batalla y todo indica que en las próximas horas el idioma que prevalecerá será el de las armas (...).

Duele profundamente que los enormes esfuerzos desplegados desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial para crear ámbitos institucionales de discusión pacífica y de prevención de los conflictos hayan desembocado en este fracaso histórico (...).

La desobediencia al máximo organismo ejecutivo de la ONU crea un precedente que podría tener nocivas consecuencias: basta con imaginar lo que podría ocurrir en el futuro si otra gran potencia -por ejemplo, alguna de las que ejercen influencia en el este europeo o en el Extremo Oriente- se convirtiera de pronto en una amenaza inmediata para la paz (...).

La comunidad internacional debe ponerse a trabajar intensamente, ya mismo, para devolverle al Consejo de Seguridad de la ONU la jerarquía moral que le corresponde (...). La defensa de la paz y la creación de espacios de negociación que permitan desalentar las hipótesis de guerra requieren un marco institucional en el que todas las naciones estén representadas. La ONU ha llenado esa función con eficiencia desde mediados del siglo anterior.

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