Guerra de sexos sobre la hierba
Batalla de géneros en el golf. Los hombres reclaman igualdad de trato después de la invitación a Annika Sorenstam para jugar un torneo masculino
Los protagonistas del Masters de Augusta de este año guardan poca relación con el golf. Nombres como los de Martha Burk, presidenta del Consejo Nacional de Organizaciones de Mujeres, el reverendo Jessee Jackson, ex candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, o el de Bob Young, que es el alcalde de la ciudad del condado de Richmond que alberga el primer gran torneo de la temporada, ocupan tanto espacio como Tiger Woods o la sueca Annika Sorenstam, que ha aceptado la invitación para tomar parte en un torneo del circuito masculino. Es una carrera hacia lo absurdo.
Si no existiera el Masters, Augusta no aparecería en el mapa. La única razón de ser de esta localidad es acoger el torneo más prestigioso del mundo. El Augusta National Golf Club, donde se juega, es el mayor monumento con el que cuenta la ciudad. Una institución que ahora es criticada por las organizaciones feministas por el hecho de no admitir mujeres entre sus miembros. Martha Burk y Jesse Jackson han anunciado movilizaciones durante la semana del torneo, del 7 al 13 de abril, para protestar contra la discriminación.
En Augusta están preocupados por lo que se les viene encima y han empezado a tomar medidas para defender su patrimonio. Algunas de éstas son tan impopulares como la nueva normativa para autorizar las manifestaciones que ha acabado por dividir a la sociedad local. Martha Burk dice que las ordenanzas aprobadas por el alcalde Bob Young suponen una 'táctica intimidatoria' con respecto a las manifestaciones previstas durante la semana del Masters.
Young pidió a una comisión de expertos que evaluara los cambios que debían introducirse en la actual ordenanza para prevenir incidentes. Los comisionados, cinco blancos y cinco negros, no llegaron a ningún acuerdo a la hora de aprobar la propuesta de la alcaldía que exigía comunicar al sheriff, al menos con 20 días de antelación, la intención de llevar a cabo cualquier protesta. El delegado de seguridad y orden público de Augusta tendría siete días para contestar. 'Si la ley que ha regido el derecho a manifestarse hasta ahora en Richmond era lo suficientemente buena para que el Ku Klux Klan realizara sus manifestaciones en las soleadas tardes de domingo, también lo es ahora para la gente que desea protestar pacíficamente', dijo Willie Mays, una de las comisionadas de raza negra.
Las nuevas ordenanzas sobre protestas públicas fueron finalmente aprobadas por seis votos contra cinco, con el voto decisivo del alcalde de Augusta, que es blanco. 'Me suena que el alcalde está más interesado en servir al Augusta National Golf Club que a la ciudad', dijo Burk, que ya ha visitado la ciudad para estudiar dónde se desarrollarán las protestas ante el acuerdo unánime de que éstas nunca deberían interferir la marcha deportiva de la competición.
Paralelamente la denominada guerra de los sexos también se traslada a los campos de juego. La sueca Annika Sorenstam, ganadora de 42 torneos del LPGA Tour, el circuito profesional femenino, ha aceptado la invitación para tomar parte en el Colonial del 22 al 25 de mayo. Será la primera mujer, desde que en 1945 lo hiciera Babe Zaharias, que jugó el Abierto de Los Ángeles, que participa en un torneo masculino. Y es que en el PGA Tour, donde militan los Tiger Woods, Sergio García y Olazábal, no existe ningún capítulo que prohíba a las mujeres inscribirse en sus torneos.
Sorenstam, invitada por el patrocinador del Colonial, Bank of America, no es la única mujer que acepta el reto de enfrentarse a los hombres. Una profesional de 36 años, Suzy Walley, se ganó el derecho a participar en el BC Open de Endicott. Walley obtuvo su plaza en una ronda previa en la que tuvo que salir desde barras blancas (los tees más retrasados), igual que los hombres. Dentro de unos meses ambas se enfrentarán al campo jugando desde la misma distancia que sus compañeros de género masculino.
'Esto es una aventura', dice la española Paula Martí, la mejor golfista europea de la temporada pasada. 'Pese a la evolución experimentada por el material, jugar desde el mismo tee que los hombres hace imposible igualarles. Mientras ellos tirarán a green con un hierro corto, a nosotras nos tocará jugar un hierro más largo, lo que dificultará controlar la bola y dejarla cerca de la bandera'.
A la mayoría de golfistas no les gusta que las mujeres entren en su circuito, pero se guardan bien de decirlo en público. Un oportunista, Brian Kontak, un golfista canadiense de 31 años, ha contraatacado y ha solicitado inscribirse en el Open de Estados Unidos femenino. Las reglas, en este caso, especifican claramente que el torneo está reservado exclusivamente a las féminas. Sin embargo, Kontak quiere llevar el conflicto hasta el final por lo que considera que es una discriminación. 'Se trata de un torneo abierto y nadie puede impedir que participe en las fases previas', manifiestan algunos de los que le apoyan. Si los hombres entran en el circuito femenino, probablemente se llevarán todos los premios. Una sinrazón que alimenta la polémica feminista que invade el golf.