La elegancia del bodeguero
A Juan Ignacio de Burgos López, propietario de Bodegas López Hermanos, le gusta trabajar en ambientes armoniosos y ordenados. No soporta tener más papeles de los necesarios sobre la mesa y, a sus 64 años, se declara forofo del ordenador
Dice necesitar la elegancia y rodearse de cosas bellas para trabajar. 'No valgo para trabajar en cualquier despacho, necesito un entorno elegante', afirma Juan Ignacio de Burgos López, propietario de Bodegas López Hermanos, con sede en Málaga y que elabora, entre otros, el vino Málaga Virgen, Pedro Ximénez o Barón de Rivero. Este ejecutivo reparte su tiempo entre el despacho de Madrid y Barcelona, donde ubica la empresa de distribución Procalsa, que montó cuando Rumasa, donde trabajó como ejecutivo durante una década, fue intervenida, hace ahora 20 años. De esa experiencia se queda con la parte positiva, que para él supuso montar su propia compañía. 'Después de estar en la cumbre, tuve que empezar de cero. Hay gente que no supera quedarse sin nada, pero para mí fue un reto. Me gustan los envites', explica.
Viste de manera impecable, con traje gris y corbata con cuadros estilo príncipe de Gales. Señala que es coqueto y que le da mucha importancia a la indumentaria. De la decoración del despacho se han ocupado él y su hija, que trabaja en la habitación de al lado. Es un maniático del orden. 'La papelera siempre está rebosando porque no me gusta acumular papeles', explica De Burgos López. Sobre su mesa descansa un ordenador, 'herramienta imprescindible para trabajar y a la que estoy totalmente enganchado'.
Nació en Granada hace 64 años. Su familia es de Málaga, él vive en Madrid, pero se siente de ningún sitio. 'Soy un ciudadano europeo', matiza. Hasta hace unos años trabajaba de sol a sol, sus jornadas, según explica, eran interminables. Hace un tiempo decidió bajar el ritmo y a las cinco de la tarde desconecta. 'He descubierto que mi familia es sagrada. Todas las mañanas hago un desayuno familiar con mis seis nietos y compartir esos momentos es lo más gratificante del día', explica. Añade que ahora valora mucho más el tiempo y que, a su edad y desde su posición, la etapa de escalar posiciones, como fue en su etapa de Rumasa, en la que a menudo se quedaba sin vacaciones, ha pasado a mejor vida. Todavía no le ha rondado la idea de jubilarse, pero sí, poco a poco, va cediendo terreno al equipo de colaboradores. 'Todavía me queda mucho fuelle', explica De Burgos López.
En cuanto a objetos personales, sólo tiene una fotografía con su nieta, él dice que, sin que nadie se ofenda, es su preferida. En la pared cuelga su título de economista, otra titulación para volar sin motor a una altura superior de 3.000 metros, un cuadro con un repertorio de las primeras marcas que empezó a comercializar cuando montó Procalsa y que hoy factura seis millones de euros. Esta actividad la compagina con su dedicación a la bodega familiar López Hermanos, con la que pretende 'recuperar el pasado esplendor de los vinos de Málaga', que alcanzaron su máximo esplendor en los años cincuenta con la quina San Clemente, que dejó paso años más tarde al Málaga Virgen. Las tareas de la bodega se reparten de la siguiente manera: Juan Ignacio es el responsable de las tareas administrativas, comerciales y financieras, y Rafael se encarga de la producción y exportación del vino.
La bodega fue fundada en el siglo XIX por sus abuelos y desde entonces han intentado mantener en pie la empresa familiar. Y señala que una compañía pasa de una generación a otra a través de la compra de acciones y 'de pleitos'. Y añade: 'Si quieres mantener la empresa, tienes que hacerte con el control, y eso a veces requiere de enfrentamientos con tu propia familia'.
Un equipo obediente
Juan Ignacio de Burgos López exige a su equipo de colaboradores que sean eficaces y obedientes, que no quiere decir, según aclara, sumisos. 'Yo tomo siempre las decisiones de manera colegiada, no suelo ordenar, aunque, como alguien tiene que decidir, siempre decido yo', explica. Lo que sí pide a su equipo es que estén convencidos del trabajo que desempeñan.Envidia de los nuevos directivos su preparación. 'A mí me da pena no haber tenido la posibilidad de haberme preparado como lo hacen ahora. Lo único que les critico es que van a una velocidad extrema'. Ahora sólo tiene una afición, viaja. Ha dejado de esquiar y de practicar vuelo sin motor.