Los primeros meses de Gobierno de Lula arrojan un balance positivo
El presidente brasileño aún debe demostrar que tiene capacidad para llevar a cabo reformas
Se cumplen dos meses desde el acceso de Luiz Inácio Lula da Silva al poder y, aunque todavía es pronto para hacer valoraciones, el balance de gestión hasta el momento no podría ser más positivo.
El presidente, que en el pasado despertó recelos entre los inversores a causa de su discurso populista, ha convencido a los mercados con su compromiso macroeconómico, su disciplina fiscal y el respeto al servicio de la deuda externa.
En este sentido, la evolución de los fundamentos macroeconómicos es mucho más favorable de lo que cabría esperar. A excepción de la inflación, el resto de los indicadores han experimentado una evolución positiva que debería confirmarse a lo largo de los primeros meses de 2003.
Asimismo, los mensajes del equipo gubernamental, altamente cualificado y plural, son coherentes y no rehuyen la asunción de medidas poco populares, como el incremento del objetivo de superávit primario del sector público hasta el 4,25% del PIB, respecto al 3,75% de 2002, para asegurar la sostenibilidad de la deuda con respecto al PIB, de cerca de un 60% en la actualidad.
En este contexto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha apresurado a mostrar su apoyo a las medidas de política económica que está implementando el Ejecutivo y que han contribuido a disipar los temores iniciales sobre una posible quiebra de la economía brasileña. Este hecho cobra especial importancia en un momento en el que una nueva misión del Fondo ha llegado a Brasil con el objetivo de revisar el grado de cumplimiento del acuerdo stand by de 30.000 millones de dólares (28.037,38 millones de euros). A priori, se trata de una visita rutinaria reforzada por la reciente elevación del objetivo de superávit primario del sector público, de modo que, el 7 marzo, el Gobierno brasileño podrá disponer de los 4.100 millones de dólares (3.831,77 millones de euros) correspondientes al siguiente desembolso.
De este modo, la restauración de la confianza de los mercados ha permitido el estrechamiento de los diferenciales hasta niveles de 1.452 puntos básicos, cuando llegaron a situarse en 2.701 puntos en septiembre de 2002.
Pero también en el plano político Lula ha sabido posicionarse adecuadamente, involucrando a partidos de la oposición como el PMDB y, en definitiva, obteniendo consenso político que permitirá la aprobación de las reformas pendientes, comenzando por las relacionadas con la Seguridad Social, el régimen fiscal y la independencia del Banco Central.
Con todo, y aunque Lula ha despejado toda duda sobre su compromiso económico, todavía debe demostrar su capacidad para sacar adelante dichas reformas, a sabiendas de que algunas atentan contra la base popular que le aupó en el poder, que podría retirar su apoyo si se frustran sus expectativas.
Asimismo, el presidente dispone de un margen de maniobra reducido para implementar las reformas sociales prometidas en la campaña electoral, teniendo en cuenta que, en un contexto inflacionista, con expectativas que alcanza un 11,99%, el Banco Central ha aumentado los tipos de interés de referencia 850 puntos básicos en los últimos cinco meses, de modo que ya se sitúan en un 26,5%. La consiguiente contracción de la demanda interna, aunque contrarrestada por la externa, lastra el despegue económico de la nación.
Y el contexto internacional, que se recupera lentamente a causa de la incertidumbre generada por el ambiente prebélico reinante, no favorece precisamente la consecución de las ambiciosas metas de la Administración de Lula.