El raciocinio abandona las Bolsas
Suponer que los mercados actúan siempre de forma racional es peligroso. Es peligroso creer que las Bolsas van a reaccionar de igual manera ante dos noticias similares. Es peligroso pensar que lo que mueve los mercados es una suerte de leyes no escritas. No es así. Los precios son producto de las decisiones de los intermediarios que operan en el mercado.
Cuando éstos se comportan de una manera racional, los precios se moverán de forma razonable. En caso contrario, los mercados asistirán a comportamientos como el de los últimos días.
Sin inversores finales y con el mercado en manos de los operadores de futuros no sólo no se pueden hacer predicciones mínimamente válidas. Se hace un mundo explicar por qué ha subido o ha bajado la Bolsa.
La pregunta de moda es ¿quieren guerra los mercados? Aunque se deje de lado la ética (una palabra, por cierto, ausente en cualquier debate sobre Irak), y aunque se deje también de lado el sentido común, la lógica económica sigue quitando la razón a los belicistas. La guerra no es buena. Comenta un gestor de fondos que, si bien el conflicto de 1991 hizo remitir la incertidumbre geopolítica, es decir, calmó el avispero de Oriente Próximo, la actual es todo lo contrario. Atacar Irak es introducir con saña un palo en un nido de avispas. Es un acto de consecuencias imprevisibles.
Los fantasmas de deflación afectan a Europa y a Estados Unidos. La incertidumbre que genera la guerra impide la recuperación de la inversión y el consumo, complicando al extremo la situación económica.
Dicen que, visto que va a haber guerra, es mejor que sea pronto para acabar con la incertidumbre. Algunos operadores de futuros tendrán este argumento en cuenta. Pero invertir en función de los futuros es suicida. Si los inversores se quitan de las manos el oro y los bonos, es por algo. Tienen pánico al conflicto.