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Medio Ambiente

La extremeña Conesa desarrolla pigmentos a partir de pieles de tomate

Tres años y 56.428 euros ha costado al Instituto Tecnológico Agroalimentario de Extremadura (Intaex) lograr encontrar una salida a los residuos de procesar el tomate (pieles, semillas y restos de la planta), que constituye uno de los problemas medioambientales más graves de la potente industria transformadora de la región. Para ello ha contado con la colaboración de la Universidad de Extremadura y una empresa familiar de Badajoz, Conservas Vegetales de Extremadura (Conesa).

Teresa Hernández Méndez, directora del Intaex, explica: 'El subproducto industrial de procesar el tomate se eleva a 32 toneladas de residuos. Las pieles se podrían utilizar como pienso de animales, pero en julio y agosto, el calor hace que fermenten en un sólo día y se convierten en un foco de contaminación'. Para evitar su vertido, los fondos europeos Feder han financiado el 75% del coste de la investigación.

En vista de que la compañía californiana Del Monte Foods había registrado una patente en Europa para comercializar colorantes alimentarios producidos a partir de pieles de tomate trituradas y disolventes, la investigación se concentró en intentar extraer el licopeno de la piel, pigmento natural que da su color rojo al tomate.

La directora del Intaex asegura que ya tienen en mente diversas presentaciones comerciales para el licopeno: 'Disuelto en aceite, sirve como colorante natural alimentario de color anaranjado y rojizo; pero también se puede comercializar en cápsulas, como preparado terapéutico, para prevenir enfermedades de origen tumoral, porque el licopeno es un pigmento antioxidante'.

Aunque extraer el licopeno ha sido el objetivo de la investigación, quedaba por hallar la manera de aprovechar las pieles. A partir de ellas, el Intaex ha desarrollado un método para producir una fibra alimentaria de alta calidad, que se puede utilizar para enriquecer cualquier plato preparado, deshidratados o al pan de molde. 'La fibra añadida suele provenir de los cereales, pero esta fibra se asimila mejor si procede de frutas y hortalizas', explica Teresa Hernández.

Conesa y otras empresas familiares de Badajoz han entrado en la industria de la transformación del tomate ante el repliegue de las multinacionales (Nestlé y United Biscuits) y la fuerte caída de los precios de la hortaliza, que cotiza a unos cinco céntimos el kilo. Cerca de 3.000 familias viven en la región de cultivar más de 18.500 hectáreas de tomate, que mueve más de 90 millones de euros al año. En esta campaña, la producción alcanzará 1,2 millones de toneladas. Mientras que Carnes y Conservas Extremeñas (Carcesa) se concentra en envasar marcas tan conocidas como Apis o Fruco, crece la actividad desarrollada por empresas promovidas por los agricultores, como Transformaciones Agrícolas de Badajoz (Transa) o la más reciente de Tomates del Guadiana, liderado por la cooperativa Río Búrdalo de Santa Amalia. Otros grupos, como Acorex, estudian su entrada en el sector industrial.

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