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Nutrientes del espíritu

La miel ha acompañado platos en todas las etapas de la historia

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a miel ha acompañado gloriosos guisos históricos en todas las culturas. El relleno del cordero de Pascua, el pastel de zanahoria o las gachas de Jaén -todos de origen judío-, el vino mielado romano, el cerdo con miel de azahar, el famoso dulce alajú, etcétera. Porque miel e historia nunca han ido separadas e incluso el untuoso manjar que elaboran las abejas es anterior al hombre: se han hallado estos insectos petrificados procedentes de los periodos geológicos (los científicos relatan la existencia de un animal llamado homivispa, que reunía los caracteres de la hormiga y la avispa, y que dio origen posteriormente a estos dos animales, según un estudio de Juan Carlos Fontanillas).

El arte rupestre los simboliza en España en la valenciana Cueva de la Araña, donde unas imágenes conocidas como ladrones de miel representan a dos hombres intentando alcanzar un panal. Están presentes en los jeroglíficos egipcios, hace 6.000 años, como lo está la miel en numerosos pasajes de la Biblia y en la Grecia clásica; allí, su versatilidad sirve tanto para el cuerpo como para el espíritu: los dioses dicen que sirve para el refinamiento del alma, mientras que los atletas la tomaban mezclada con agua para reducir la fatiga, como en nuestros días.

Los romanos detectaron pronto sus cualidades médicas, puesto que Plinio el Viejo se asombraba de la excelente salud de que disfrutaban los meleros de la época. Cuenta el historiador que conocía a más de cien que habían vivido más de cien años y que tomaban miel todos los días. Por ello llegó a ser privilegio de las clases pudientes mientras los pobres tuvieron que inventarse una especie de sucedáneo de miel de dátiles para emularlos. El islam la idolatró más todavía, pues uno de los libros del Corán está dedicado a la abeja y cuenta la forma de elaborar miel, porque 'la miel es un remedio para todas las enfermedades', dejó dicho Mahoma.

En la Edad Media, sin embargo, sufre una de sus mayores decadencias tras ser introducidas en Europa el azúcar de caña y la remolacha. A América llega de la mano de los colonizadores y encontró uno de los parajes más ideales para su desarrollo en Norteamérica; tanto, que rápidamente se identificó con el hombre blanco que intentaba arrebatar tierras a los indios. æpermil;ste, metafórica y a veces realmente, incluye la abeja en su cruzada y la utiliza para ridiculizar a su enemigo: 'Cuando la mosca del hombre blanco avanza, el búfalo y el indio tienen que retroceder'. En España, gran productora de miel, esta industria siempre ha sido un recurso económico de las zonas rurales, a pesar de que ahora su consumo no es excesivamente elevado. Tanto, por ejemplo, como en Noruega, donde sus habitantes, a base de ingerir grandes cantidades de hidromiel durante el mes posterior a la boda, como ordenaba la tradición, terminaron por acuñar la expresión 'luna de miel', referida al viaje de los novios.

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