Bernat cede la marca Chupa Chups a la empresa para poder sanearla
El año 2002 ha sido uno de los peores ejercicios contables para el grupo Chupa Chups. La empresa ha registrado unos ingresos inferiores a los 370 millones de euros presupuestados, lo que ya suponía una caída del 10% sobre los 414 millones del año 2001. Este retroceso de los ingresos, junto a un plan de reestructuración de plantilla que ha afectado en 2002 a más de una cincuentena de cuadros intermedios, ha situado la cuenta de pérdidas y ganancias del grupo en negativo. Fuentes de la compañía señalaron que la cifra final de pérdidas se hará pública cuando se cierre definitivamente el año 2002.
Debido a estos resultados, Chupa Chups se ha visto obligada a realizar una ampliación de capital para reforzar sus recursos propios y mejorar su ratio de endeudamiento. Para lograrlo, la empresa ha realizado una ampliación de capital que tampoco han querido cifrar.
La familia Bernat, propietaria del grupo, ha cubierto parte de la ampliación de capital mediante la aportación de la marca Chupa Chups al balance de la compañía. Hasta ahora, la marca formaba parte del patrimonio personal de la familia que la cedía en explotación. Sin embargo, esta aportación no será suficiente y el grupo está buscando nuevas fuentes de financiación para inyectar tesorería a la sociedad.
Chupa Chups cuenta con un endeudamiento cercano a los 120 millones de euros. La mayor parte está financiado a través de un crédito sindicado por valor de 75 millones que lideran los bancos BNP y ABN Amro. La ampliación de capital responde a la intención de Chupa Chups de mantener su endeudamiento sobre fondos propios dentro de los límites pactados con la banca.
El crecimiento de la deuda ha coincidido con una etapa de gestión liderada por Xavier Bernat, hijo del fundador de la empresa, Enric Bernat. Esta etapa tenía como objetivo un crecimiento geográfico en todos los mercados mundiales además de la diversificación en el segmento de confitería ligada a juguetes para niños. Para atender este mercado, el grupo creó la filial Crazy Planet. En esa etapa, también se lanzó el exitoso caramelo Smint.
La incapacidad para alcanzar los resultados esperados motivó la decisión de la familia Bernat de cambiar la dirección y profesionalizar totalmente la gestión del grupo. El año pasado, los accionistas contrataron a Juan José Pérez Cuesta, que provenía de Danone, para dar un golpe de timón.
El nuevo director general está aplicando un plan de reestructuración para recuperar la rentabilidad perdida. Además de reforzar los fondos propios, el plan incluye el cierre de la filial Crazy Planet para centrarse en el negocio tradicional: el caramelo de palo y el Smint.
En el área internacional, Pérez Cuesta ha decidido prescindir de su red comercial en China y se ha aliado con la empresa Tingyi, a la que ha vendido el 50% de su fábrica de Shanghai y que será la encarga de vender el caramelo de palo en ese enorme mercado. También la planta que el grupo tiene en México está siendo objeto de estudio para ver si es posible rentabilizarla. En Rusia, el grupo ya realizó durante el año pasado una reconversión de sus negocios y fábricas de confitería y pastelería para mejorar sus márgenes.
En el área industrial, Chupa Chups tiene su centro productivo de Sant Esteve en Rovires (Barcelona) al 50% de producción y en la fábrica asturiana de Villamayor ya ha prescindido de 120 empleos temporales. En esta fábrica, Chupa Chups prepara una nueva gama de productos que lanzará en primavera para intentar recuperar ingresos.