Austeridad en Durán
El director de esta empresa familiar de joyería y platería trabaja en un diminuto espacio en el que sólo tiene cabida una mesa y una estantería. Desde allí, con la ayuda de un monitor, controla la joya más preciada de la compañía, los clientes
D
a prioridad al espacio que ocupan los clientes al que utiliza él mismo. Alfonso Durán, al frente de Durán Joyeros, trabaja en un diminuto espacio en la trastienda de la tienda ubicada en el madrileño barrio de Salamanca. 'No necesito más. El metro cuadrado tiene su valor y su potencialidad. El 70% del tiempo lo paso fuera del despacho. Tienes que estar atendiendo a clientes, a proveedores, pendiente de mil cosas'. Para no perder detalle, Durán, que pertenece a la cuarta generación de una familia de joyeros, tiene instaladas en su despacho un monitor desde el que controla todo lo que ocurre en los mostradores. 'Me gusta tener el control de todo lo que ocurre en la tienda. Si entra un cliente al que debo atenderle pues salgo. Lo importante aquí son los clientes. Hay que controlarlo todo. Los errores se pagan caro con los clientes. La gente, y más hoy con tanta competencia, quiere ser bien tratada'.
Austeridad, ningún objeto de plata ni ningún otro que delate a que se dedica este ejecutivo. 'No me gusta tener objetos personales'. Tan sólo algunas fotografías de su esposa y de sus tres hijos.
Todos los que trabajan con Durán saben el significado de la puerta. Por ejemplo, la puerta abierta significa que se puede entrar e interrumpir. En cambio, si alguien la encuentra cerrada sabe que no se debe traspasar. 'Para mí es muy importante lo uno como lo otro, la comunicación como el silencio. Y cuando estoy concentrado en algo no me gusta que me interrumpan', aclara.
Su despacho tiene tres puertas. Explica el truco: 'Muchas veces salgo por una para atender un cliente, vuelvo al despacho y salgo por otra para atender a otro cliente que está en otro extremo de la tienda. Y ninguno me ve salir y entrar'. El espacio lo ocupa una mesa, pequeña para la cantidad de papeles que acumula, y una estantería repleta de papeles y hasta con ordenador empotrado. 'Me gusta tener a mano papeles porque nunca sabes cuando vas a recibir la visita de un determinado cliente o de un proveedor'. Dice ser tan perfeccionista que siempre pide que le repitan los informes. 'Me gusta que todo se vea de vistazo y que todo entre en un folio'. En ese sentido, se define como 'un poco ardilla', porque 'lo voy guardando todo'. A pesar de que parece que impera el desorden, asegura ser muy ordenado. 'Sé donde está todo. No pierdo nada'.
Alfonso Durán es madrileño, aunque le gusta decir que su familia es originaria de Santiago de Compostela, tiene 40 años y es licenciado en Derecho y diplomado en Empresariales por Icade. Se incorporó a la empresa familiar de platería y joyería nada más finalizar sus estudios. Durán Joyeros fue fundada en 1886 por su bisabuelo en un pequeño taller de platería. Sus cinceles le llevaron a ser nombrado proveedor de la Real Casa en 1899. El taller lo convirtió su hijo en pequeña fábrica en la década de los ciarenta. En los años sesenta, sus nietos (hoy día cuatro hermanos que componen el comité de dirección de la empresa) crearon una fábrica de platería que cuenta con 150 empleados.
Los hermanos Durán abrieron nuevas líneas de negocio creando una sala de subastas de arte. Hoy día, trabajan en la empresa 13 miembros de la cuarta generación del fundador. 'El secreto está en tener vocación de continuidad y en hacer las cosas bien. Los clientes confían en ti si ves que eres serio y tienes credibilidad', explica. Tener una buena imagen, profesionalidad y credibilidad es garantía de continuidad en las empresas de corte familiar. 'El respeto al cliente está por encima de todo. Tienes que ser un poco confidente y discreto', añade.
Coleccionista de historias
A Alfonso Durán le gusta coleccionar historias, 'de empresas, de marcas'. Por ello, en el despacho guarda libros con el historial de varias compañías. Fiel a su manía por archivar todo, señala: 'Me gusta coleccionar textos de hechos que ya han pasado'. Le gusta aprovechar los fines de semana para, como él dice, 'ir de pueblos' con sus hijos y visitar desde el último castillo roquero a una ermita románica o un yacimiento ibérico o romano de los pueblos próximos a Madrid. Además de patearse los pueblos de España, le gusta leer textos de historia y estudiar arte que luego le sirve para impartir doctrina y compartir vivencias a sus tres hijos.