El cambio de Gobierno realizado por Fox, tachado de 'electoralista'
Castañeda, un antiguo miembro del Partido Comunista mexicano, ha sido uno de los secretarios de Estado -equivalente a ministros en México- de más peso en el Gobierno de Fox.
A pesar de no haber sido militante del Partido de Acción Nacional (PAN) del presidente mexicano, Castañeda supo cultivar una relación privilegiada con Estados Unidos y, desde esa posición, supo proyectar su figura dentro del Gobierno. Pero al mismo tiempo que su fortaleza, su peculiar lazo con Washington fue también su talón de Aquiles. En un país con la tradición independiente de su política exterior como México, la orientación pro estadounidense de la cancillería de Castañeda no agradaba ni a los oficialistas del PAN. Mucho menos a los opositores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que modeló durante largas décadas la política internacional mexicana.
En principio, la dimisión de Castañeda es interpretada en los círculos políticos mexicanos como el resultado natural del fracaso de su estratégica apuesta a una liberalización de la política de migraciones con Estados Unidos. En particular, su compromiso de lograr que Washington legalizara a gran parte de los inmigrantes mexicanos en situación irregular en el vecino del norte. Luego del 11-S, las prioridades del presidente George Bush viraron hacia la seguridad interior en detrimento de América Latina.
A pesar del contratiempo que le supuso la salida de Castañeda, Fox ha sabido aprovechar la ocasión. La designación de Derbez en la cancillería ha sido un movimiento calculado. El reemplazante de Castañeda goza de prestigio en los círculos económicos internacionales, en particular en el Banco Mundial, donde ha desempeñado cargos durante varios años.
Al mismo tiempo, Fox colocó en Economía a Canales, lo que le ha valido las críticas de la oposición por el carácter 'electoralista' de esta decisión. La crítica no parece ser menor si se tiene en cuenta que la situación social de Nuevo León dista de ser buena, con una tasa de paro récord en su historia. Fox salva así a Canales de un seguro castigo en las urnas en las próximas elecciones, donde las encuestas muestran un triunfo del PRI en el Estado, una tendencia que también se presenta en todo México. Al mismo tiempo, Fox queda bien parado ante los empresarios de Nuevo León, descontentos con la gestión de Canales al frente del Gobierno estatal.
Los últimos sondeos electorales para las legislativas de julio próximo indican que el PRI obtendría el 59% de los votos y el PAN apenas un 37%. De esta manera, el partido oficialista, que no cuenta actualmente con mayoría parlamentaria, se arriesga a perder su primera minoría y ceder el control legislativo al PRI. Si así fuera, la concreción del programa de reformas prometido por Fox se vería inevitablemente destinado al fracaso.