La armonización fiscal indirecta en Europa
La llamada 'competencia fiscal' no es, en nuestra opinión, tan dañina como la UE parece querer presentar (...). De hecho, parece cada vez más evidente que la mejor receta para la integración fiscal de Europa se encuentra justamente en esa competencia y, sobre todo, en la reacción de los distintos Estados de la Unión ante ella (...).
En efecto, la política intervencionista de la Comisión Europea desde los años setenta, que aspira a dirigir la integración, no ha dado casi ningún resultado tangible.
Los primeros resultados no se produjeron hasta que, en los noventa, la comisaria de fiscalidad de la época (...) declaró que la Comisión no intervendría más que cuando fuera necesario, como en el caso de la directiva matriz-filial que obligó a los Estados a abolir la retención en origen sobre los dividendos entre las sociedades y sus filiales (...).
La armonización no se derivó verdaderamente de la directiva, sino de su aplicación en los diferentes Estados y más concretamente de la competencia fiscal que generó (...) y que obligó a la mayoría de los Estados a adoptar un régimen similar al belga (...).
Lo mismo está a punto de ocurrir con los planes de reforma fiscal que se han anunciado en Alemania. Enfrentado a una paralización de la economía, el Gobierno alemán (...) se ha visto forzado a observar lo que pasa alrededor y tomar medidas que ya se aplican en otros lugares para evitar que las empresas huyan de su territorio (...).
Esto refuerza la tesis de que la armonización avanza más por esa vía indirecta que obliga a los Estados, para continuar siendo competitivos, a tener en cuenta lo que hacen sus vecinos.