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Las grandes fundaciones apuestan por la Bolsa

Vengo rogándoles a los clientes, de rodillas, que retiren el dinero' de Bolsa, dice Peter Bernstein, asesor de inversores institucionales en Nueva York. 'Ni uno lo ha hecho'. æpermil;l y otros consejeros financieros dicen que las fundaciones corren enorme riesgo al negarse a sacar su dinero del mercado de valores.

Por ejemplo, la Fundación David y Lucile Packard tenía activos por 17.000 millones de dólares y era el segundo de los mayores organismos sin fines de lucro de EE UU en 2000. Financiaba servicios para niños en California, cursos de educación sexual en Etiopía y la protección de bosques pluviales en Alaska. Sus activos se han reducido a 5.300 millones de dólares desde entonces. El grueso de sus recursos está invertido en acciones de Hewlett-Packard, que han perdido el 74% de su valor. La fundación ha recortado en dos tercios las donaciones y podría despedir a la mitad de sus 160 empleados.

Pese a haber tenido que reducir las subvenciones a las artes y las ciencias, Packard sigue apostando por que las acciones se repondrán. Lo mismo sucede con toda una serie de instituciones, desde la Fundación Ford al colegio universitario Berea College, de Kentucky: las fundaciones y otros organismos sin fines de lucro de EE UU tienen unos 337.000 millones de dólares en acciones -el 70% de sus activos-, según la asesora Greenwich Associates.

'Las acciones de Hewlett-Packard nos han rendido buen provecho muchos años', dijo George Vera, director financiero de la Fundación Packard, que no vendió los títulos de la informática cuando empezaron a bajar en 2000. La Fundación Bill & Melinda Gates, la mayor de EE UU, tiene sólo un 2% de sus 23.800 millones de dólares en activos invertidos en acciones, y ha tenido resultados superiores en un 95% al resto de dichos organismos, según la asesora Cambridge Associates LLC.

Los gestores de fundaciones dicen que su fe en la Bolsa ha sido recompensada. Los títulos rindieron un 19% al año como promedio desde agosto de 1982, cuando el índice S&P 500 estaba en 102, hasta el récord de 1.527 en marzo de 2000, el apogeo de la Bolsa alcista iniciada en los noventa. Incluso ahora, cuando las acciones han bajado el 42% desde aquella cota, el valor del índice es nueve veces mayor que hace 20 años.

'Somos inversores de largo plazo', afirma Linda Strumpf, directora de inversiones de la Fundación Ford. 'Queremos una ganancia del 5% en términos reales para poder seguir indemnes'. EE UU requiere que los organismos sin fines de lucro desembolsen el 5% de sus activos al año para conservar su exención. Esta es la razón de que se prefieran acciones en vez de bonos u otras inversiones de renta fija, según grupos sin fines de lucro que dicen que los estudios prueban que las acciones ofrecen las mejores utilidades a largo plazo. De 1926 a 2001 inclusive, por ejemplo, las acciones rindieron el 6,9%, frente al 2,1% de los bonos del Tesoro de EE UU, de acuerdo con estudios de Jeremy Siegel, profesor de la Universidad de Pensilvania.

Michael Larson, gestor financiero de la Fundación Gates, ha encauzado sus recursos hacia títulos de renta fija, entre ellos bonos mercantiles y gubernamentales estadounidenses y extranjeros, obligaciones con aval hipotecario y deuda del Tesoro de EE UU. Larson se negó a dar pormenores sobre su estrategia financiera.

La Fundación Ford, ahora la segunda mayor, con sus 10.700 millones de dólares en activos, perdió el 20% de éstos en el plazo de 12 meses concluido en septiembre de 2001. Se calcula que su cartera se depreció un 12% el último periodo de 12 meses.

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