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El año mágico de Grant y la elegancia de Niven

'Serenata nostálgica', un melodrama que culminó un año de éxitos de Cary Grant, y 'Eternamente tuya', con la pareja David Niven y Loretta Young, hoy con CincoDías

Ironías de Hollywood. Cary Grant nunca obtuvo la preciada estatuilla, bueno sí, pero honorífica concedida por su maestría única en el arte de la interpretación cinematográfica. Esa maestría le dejó a las puertas de llevarse a casa al tío Oscar en dos ocasiones, la primera por Serenata nostálgica, la película que junto con Eternamente tuya, compone la nueva entrega de la colección Obras Maestras del Cine Clásico que se vende todos los sábados con Cinco Días.

La película es un melodrama, emociona sin resultar almibarada en exceso gracias al tacto y la desenvoltura de George Stevens. El director de La historia más grande jamás contada ya había sacado partido de Cary Grant en un papel no cómico (Gunga Din, 1939) y acertó de nuevo en Serenata nostálgica, donde el actor aprovecha su personaje con un equilibrio entre drama y humor. Para la crítica no pasaron desapercibidas las secuencias en las que Grant se ocupa de las tareas domésticas. El papel y la nominación al Oscar pusieron el broche de oro a un brillante 1941, en el que los títulos que rodó, Historias de Filadelfia, Serenata nostálgica y Sospecha, fueron las más taquilleras del año.

Además, la película fue significativa para el actor por otros motivos, ya que conoció al que sería su abogado, Stanley Fox, a través del cual consiguió que todos los negativos de sus películas con la Universal y algunas otras, como Serenata nostálgica, pasaran a ser de su propiedad, y afianzó su amistad con la que sería su esposa, la millonaria Barbara Hutton.

Serenata nostálgica unió por tercera y última vez a Cary Grant con Irene Dunne, una pareja que encajó en las comedias La pícara puritana (1937) y Mi esposa favorita (1940). La película narra el drama de un matrimonio y sus penalidades para adoptar un hijo. Unos meses después de su estreno se produjo el ataque japonés a Pearl Harbor y tras el conflicto bélico hubiese sido imposible rodar las escenas que los protagonistas viven en Japón.

David Niven aterrizó en la meca del cine a principios de los años treinta con una imagen inconfundible de típico anglosajón que favoreció que rápidamente se fijaran en él los grandes realizadores: Howard Hawks, William Wyler, Michael Curtiz, Ernst Lubitsch, Henry Hathaway o el prolífico Tay Garnett, del que se recuerda especialmente la versión de El Cartero siempre llama dos veces, interpretada por Lana Turner y John Garfield.

En Eternamente tuya, Garnett dirige, produce y se reserva un pequeño papel en esta comedia en la que Niven y Loretta Young encarnan a un matrimonio en la cuerda floja a causa de las proezas del marido, el ilusionista El Gran Arturo. Muchas de las escenas se rodaron aprovechando las exhibiciones aéreas que se realizaron en la feria mundial que tuvo lugar ese año en Flushing Meadows (Nueva York).

Al sofisticado Niven y la bella Loretta les acompañaban un ramillete de excelentes secundarios sobre los que Garnett no tuvo nada que decir, al igual que ocurrió con el equipo técnico: fue una imposición del todopoderoso Walter Wanger, productor de la película, aunque su nombre no apareció en los títulos de crédito.

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