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saber de vinos

Syrah, legendaria del Ródano

Sus orígenes. Durante mucho tiempo se consideró originaria de la ciudad de Shiraz, en Irán, traída a Occidente por navegantes griegos. Otros informes la vinculan a la isla de Sicilia, a Siracusa, por las sinonimias sirac, syra, syrac y sirah. Investigaciones más recientes apuntan hacia la domesticación de los lambruscos, unas lianas silvestres crecidas en los márgenes de los ríos. Otra teoría habla de su implantación en el Ródano en tiempos de la ocupación romana.

Su localización. Presente en los elegantes vinos del Ródano desde hace siglos, esta cepa se difundió a la lejana Australia desde los inicios de su viticultura, siendo la base principal de sus tintos desde hace más de cien años. También hace más de un siglo que se halla en el Midi francés, así como en California, Nueva Zelanda, Italia, Grecia, Suráfrica, Brasil, México y Argentina. En Suráfrica se producen magníficos tintos con esta variedad. En España ha sido consagrada por el magnífico viñedo de Carlos Falcó, marqués de Griñón. Además, se encuentra magníficamente adaptada a las tierras de Jumilla, así como en los Montes de Toledo y en múltiples viñedos experimentales.

Su fama. Su gran aceptación en todo el planeta permite impresionantes representaciones de esta variedad, aunque sin duda los elegantes vinos del Ródano han sido los que han conseguido sus mayores laureles, como los sabores minerales y ahumados de un gran Hermitage o los aromas a violeta de un Côte-Rôtie. Más longevidad y prestigio sin fronteras con los famosísimos Châteuneuf-du-Pape.

Su nombre. Conocida también como sirac, sira, syrac, sirah, schiraz, sérine, séäne, candive noir y petite syrah, entre otras denominaciones.

La cepa. Uva excelente, robusta, procede de una cepa de brotación precoz con producción regular y muy abundante, aunque cada día son más los viticultores que optan por controlar sus rendimientos en pro de la calidad final. Agradece suelos graníticos, guijarrosos e incluso arcillo-calcáreos. Su vinificación es compleja, especialmente si se elabora sola.

El vino. Los tintos de syrah se caracterizan por su exuberancia, su vigor y su cuerpo. Aportan gran cantidad de taninos y de materia colorante, y unos matices especiados muy valorados en su ensamblaje con otras variedades. Entre los aromas más peculiares encontramos los toques ahumados, los recuerdos a cassis, a violeta, a bayas maduras. Su gran capacidad de envejecimiento permite la creación de grandes vinos históricos como los míticos del valle del Ródano.

Maridaje. Esta uva tinta agradece la compañía de carnes rojas a la plancha, así como de carnes blancas sin exceso de especias, que ya aporta la syrah en sus aromas. Con crianza en barrica acompañará platos de caza más elaborados.

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