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Argentina

Duhalde y el FMI buscan cerrar un nuevo acuerdo

En las últimas semanas, el Gobierno argentino parecía haber dejado de priorizar la consecución de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), o al menos no estar dispuesto a seguir cediendo ante las exigencias del organismo multilateral. Así lo ponía de manifiesto el pasado 13 de diciembre cuando decidía no hacer uso de sus reservas para afrontar un pago por 716 millones de dólares con el Banco Mundial, que originalmente debían pagarse el 15 de octubre.

La decisión se fundamentó en la falta de claridad sobre una fecha para lograr un acuerdo con el FMI, desestimando destinar sus reservas a pagos con organismos multilaterales que suman más de 12.000 millones de dólares en 2003.

A pesar de este gesto de rebeldía, el organismo multilateral parece estar dispuesto a pasarlo por alto, y reconsiderar la posibilidad de iniciar un nuevo acuerdo, más en la línea, por otra parte, con la situación económica argentina. De esta forma, el pasado 18 de diciembre el organismo evaluó la posibilidad de llevar acabo un programa de transición que no requiera nuevas financiaciones.

La posibilidad de nuevos fondos del organismo queda cerrada, pero permite la reprogramación de vencimientos por 8.900 millones de dólares

Con este hecho, si bien queda cerrada la puesta de nuevos fondos del organismo multilateral, al menos permite la consecución de la reprogramación de vencimientos por 4.500 millones del FMI y por 4.400 millones entre el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Con la finalidad de preservar el nuevo buen clima de entendimiento con el organismo, el Gobierno decidió realizar el pago de vencimientos pequeños con el Banco Mundial y el BID, por 124 millones de dólares, aunque se mantiene su criterio de no pagar grandes montos, dando prioridad a la estabilidad cambiaria.

Este nuevo convenio cobra especial importancia en un contexto en el que tras el levantamiento del corralito, la estabilidad cambiaria que continúa acompañando a la economía se podría haber visto amenazada por la eventual ruptura definitiva de las negociaciones con el FMI, al revertir con ello la demanda de depósitos actual.

La reconsideración de dicho pacto, sin embargo, ha sido acogida con optimismo por los mercados como lo evidencia la apreciación del peso a lo largo de toda la semana.

Un castigo para Venezuela

El descontento y la desconfianza de la comunidad internacional en la capacidad de Venezuela para salir de su actual crisis se tradujo a mediados de este mes en una nueva rebaja del rating de su deuda a largo plazo. La agencia Standard & Poor's (S&P) revisó la calificación crediticia de B- a CCC+, apoyada en el enfrentamiento irreconciliable entre el Gobierno del presidente Hugo Chávez y la oposición, que tanto perjuicio ha causado al país durante el último año. Las reiteradas y prometidas reformas del sistema económico no se han cumplido, lo que ha generado trabas sustanciales al crecimiento, mientras que la 'sobreimplicación' del Estado en elementos de gestión tradicionalmente privados ha mermado la capacidad de desarrollo democrático, sostiene la agencia. Pocas circunstancias como la inestabilidad política generan tantas dudas en los inversores, y por ello, en el polo opuesto, encontramos la confirmación por S&P del grado de inversión de las emisiones de deuda a largo plazo en México (BBB- en moneda extranjera y A- en pesos), tras la aprobación del Presupuesto para 2003. El hecho de que la aprobación del mismo haya tenido lugar dentro del calendario de sesiones ordinarias (algo que sucede por primera vez en 5 años) ha despertado sensaciones favorables en los mercados y en los inversores; sensaciones que deberían estar buscando otros Gobiernos de la región después de un ejercicio en el que las favorables perspectivas de principios de año se han visto completamente empañadas.

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