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Tony Blair quiere nacionalizar la lotería

El Gobierno británico estudia la nacionalización de la lotería, que funciona como un concesionario regulado por la Comisión Nacional de la Lotería y gestionado por la sociedad Camelot con licencia para siete años. Los accionistas de Camelot son, a partes iguales, Cadbury Schweppes, De La Rue Holdings, Thales Electronics, Consignia y Fujitsu Services. 'Tengo mucho interés en explorar la posibilidad de poner la lotería bajo control gubernamental', ha avanzado la ministra de Cultura, Tessa Jowell. 'Lo estamos considerando muy en serio'. El Gobierno está preocupado por la crisis que atraviesa Camelot, que desde su lanzamiento no ha sido capaz de frenar la caída de los ingresos. La facturación del año asciende a 4.834 millones de libras (7.734 millones de euros), con una caída del 3%. Precisamente, este organismo ha firmado con Francia y España un acuerdo para poner en marcha la primitiva europea en 2004.

Por otra parte, Jowell expresó su preocupación por lo que considera una aportación insuficiente por parte de Camelot al sector benéfico, que hoy representa el 28% de los ingresos. 'Nuestra primera prioridad es el bien público, lo que significa reducir al mínimo el porcentaje de los ingresos de Camelot', dijo.

La lotería fue introducida en el Reino Unido en 1994, en medio de protestas de la Iglesia, las grandes fundaciones caritativas e incluso algunos empresarios. Los que estaban en contra argumentaban que la lotería desvía hacia un juego de azar aquellos fondos que la gente destina a obras caritativas. También afirmaban algunos que la lotería simboliza el 'dinero fácil', lo que choca con una sociedad que en muchos sentidos se encuentra aún dominada por los valores del puritanismo. De hecho, la lotería existió en Inglaterra desde 1566, pero la victoria de las tropas puritanas de Oliver Cromwell sobre las fuerzas reales en la guerra civil del siglo XVII dio al traste con los juegos de azar.

Existen casos documentados de personas que han sufrido graves crisis psíquicas tras haber sido premiadas. De hecho, Camelot ha contratado a asistentes sociales para asesorar a los ganadores de grandes premios, por temer que puedan sufrir complejos de culpabilidad al haberse convertido en millonarios de la noche a la mañana.

Un caso clásico es el de Ken Pattison, albañil de 42 años de Yorkshire, a quien le tocaron 1,3 millones de libras (2 millones de euros). Un año después se quejaba de aburrimiento. 'Hay veces que maldigo ese premio', comenta.

El mayor premio (22,5 millones de libras o 36 millones de euros) se lo repartieron dos afortunados anónimos y el ganador más famoso ha sido la reina Isabel II, con un premio de 10 libras (16 euros).

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