El FMI eleva las metas de inflación y deuda de Brasil para el próximo año
El Fondo y el Gobierno brasileño en ejercicio llevaron a cabo la semana pasada la primera revisión del programa económico en vigor, por el que el organismo irá desembolsando progresivamente 30.700 millones de dólares. La revisión ha estado marcada por la fuerte depreciación del real, que ha pasado a 3,47 unidades el pasado viernes.
Según la carta remitida al organismo por el ministro de Hacienda, Pedro Malan, y el presidente del Banco Central, Armínio Fraga, la depreciación del real hace imposible cumplir con las actuales metas de inflación.
'Debido a los efectos estadísticos de la inflación en 2002, proponemos que los puntos centrales de las bandas de referencia del programa y sus respectivos límites para las bandas superiores e inferiores de consulta sean ajustados en dos puntos porcentuales', dice el documento.
El FMI ha aceptado la propuesta, lo que significa que el objetivo central de inflación para 2002 será del 8,5%, en lugar del 6,5% anterior. Y para 2003, la meta pasa del 6% al 8%. Como el objetivo puede oscilar dos puntos por encima o por debajo de la meta, los precios podrán alcanzar un máximo del 11% este año y del 10,5% en 2003.
Lo mismo sucede con el monto de la deuda. El total de la deuda podrá alcanzar 895.000 millones de reales (millones de euros) en 2002, por encima de la meta anterior de 830.000 millones de reales. Para 2003, el techo de la deuda a finales de septiembre pasa de 860.000 millones de reales a 930.000 millones.
Eso no significa que la ratio deuda-PIB también se relaje. Al contrario. En su escrito el Gobierno actual apunta que 'en caso de que la debilidad del tipo de cambio persista, un ajuste de las políticas fiscales en 2003 sería apropiado. Esa cuestión puede ser abordada mejor en la próxima revisión del programa, una vez que el nuevo Gobierno haya tomado posesión y haya trazado su estrategia fiscal', señala.
Es decir, que el actual Gobierno deja cerrado al nuevo Gobierno la necesidad de aplicar un ajuste presupuestario que eleve la actual meta de superávit fiscal desde el objetivo del 3,75% del PIB.
Con todo, la relajación del cuadro macroeconómico aceptado por el FMI no es gratuita. El organismo que dirige Horst Köhler ha pedido al Gobierno electo que apruebe cuanto antes la ley que garantice la autonomía del Banco Central, con el fin de restaurar la confianza de los inversores y fortalecer la lucha contra la inflación. La exigencia de Köhler es una clara muestra de desconfianza hacia el equipo del presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva. Aunque no está recogido en una ley, el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso ha dado, en la práctica, total independencia al instituto emisor, pero Köhler teme que Lula caiga en la tentación de manipular la política monetaria.
Asimismo, Köhler destaca que el sector público deberá obtener superávit primarios suficientes para reducir el peso de la deuda sobre el PIB a medio plazo y que para buscar el equilibrio fiscal será necesario acelerar las reformas tributarias pendientes, incluida la tributaria y la Seguridad Social.
A su juicio, esas reformas 'permitirán una reorientación de los gastos públicos en línea con las prioridades del nuevo Gobierno de combatir la pobreza y la desigualdad social', dice Köhler.