El fiasco del 11 de septiembre
En Estados Unidos, la Comisión investigadora sobre lo que fue mal el 11 de septiembre de 2001 aún no ha comenzado a trabajar, pero ya se ha producido algún aviso serio sobre la necesidad de salvar el tiempo y el dinero: cerrémosla (...).
¿Qué más puede concluir una comisión que no puede tolerar la experiencia de George Mitchell y Henry Kissinger porque tienen clientes empresariales? Ambos dimitieron la semana pasada de los cargos de vicepresidente y presidente, respectivamente, después de que fueran aporreados o coaccionados desde la prensa y desde el congreso por alegar 'conflicto de intereses'.
Algunas veces nos preguntamos si Washington se ha vuelto clínicamente loco (...). Hay que tener en cuenta que esta comisión había sido anunciada como propia de un estadista, sin ningún esfuerzo parcial por contar la verdad (...). Uno de los temas a abordar era el modo de pensar nacional durante los años ochenta y noventa, que insistía en tratar a los terroristas como criminales, pero no como una amenaza a la seguridad.
Esto es lo que el señor Kissinger quería investigar, entre otras cosas. Pero este tipo de esfuerzo hubiera requerido que los comisionados tuvieran más sabiduría que ambición personal. Podemos pensar en varios demócratas cualificados, entre los que se encuentran los ex senadores Bob Kerrey y Pat Moynihan o el que fuera secretario de Defensa, Harold Brown. Si la comisión del 11 de septiembre va a ser un desfile por la avenida Pennsylvania, entonces suspendamos todo el asunto. El Congreso ya hace esto ahora los suficientemente bien.