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Política monetaria

La Casa Blanca ratifica el apoyo al dólar fuerte ante el desplome de la moneda

El Gobierno Bush quiso dejar claro que el cambio de titular en el Departamento del Tesoro, con la renuncia de Paul O§Neill, y la incorporación al equipo económico de un industrial tradicionalmente favorable a la depreciación de la divisa, John Snow, no implicaba un cambio en la posición de la Administración respecto al tipo de cambio.

El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, y el Departamento del Tesoro ratificaron, casi al unísono, la defensa de la política del dólar fuerte. ¢La política de EE UU no ha variado; apoyamos un dólar fuerte¢, señaló Fleischer. El mercado reaccionó con escaso entusiasmo a la declaración oficial. El dólar pasó de 1,0332 unidades por euro a 1,028 unidades al cierre de los mercados, aún en mínimos frente a la divisa europea desde enero de 2000. Frente al yen, la moneda estadounidense pasó a cotizar a 120,72 yenes, frente a los 121,37 del principio de la jornada.

Para reforzar el comunicado, la Casa Blanca insistió en que las políticas en favor del crecimiento que estudia el Gobierno conducen, precisamente, a la subida del dólar.

Pese al reducido impacto inicial del anuncio, el comunicado viene a resolver parte de las dudas del mercado. Y aclara que la caída de la divisa estadounidense de las últimas semanas se apoya en la incertidumbre internacional, de carácter coyuntural, y no en un cambio estructural de la política estadounidense.

Prima de guerra

Los analistas sostienen que la amenaza, creciente, de un conflicto bélico en Irak acentúa la caída del dólar. ¢Cuando tienes impactos en el mercado, como la idea de que podemos tener pronto una guerra, eso exacerba los movimientos a la baja del dólar¢, aseguraba Ihab Salib, analista de Federated Investors en Nueva York.

En la noche del lunes, el secretario de Estado, Colin Powell, mostró su escepticismo por la relación de armamento presentada por Irak ante Naciones Unidas y eso aumentó el temor a un próximo ataque por parte de EE UU.

No en vano, en la guerra del Golfo de 1991 el dólar se apreció inmediatamente después del ataque para seguir una senda a la baja en las semanas posteriores. Los analistas consideran que esas condiciones pueden volver a repetirse en esta ocasión e, incluso, que un clima de incertidumbre económica generalizada como el actual lleve a los inversores internacionales a ¢mantener su dinero en casa¢.

¢Un conflicto bélico provocaría una drástica reducción de los intercambios en los flujos de capital. Eso resultará negativo para el dólar por el alto peso de su déficit por cuenta corriente¢, aseguraba Lee Feridge, jefe de estrategia cambiaria de Rabobank.

æpermil;sa es la posibilidad que realmente preocupa a la Casa Blanca, que necesita atraer cada día 1.400 millones de dólares en inversión extranjera para financiar el déficit por cuenta corriente y mantener el valor del dólar. En el tercer trimestre, el déficit por cuenta corriente ascendió a 127.000 millones de dólares, muy cerca del récord histórico alcanzado entre abril y junio pasados.

Además, el plan de estímulo económico que Bush prepara para enero, con un nuevo recorte de impuestos como medida estrella, puede llegar a superar los 300.000 millones de dólar. Esta propuesta acentuaría el déficit presupuestario y, con ello, la necesidad de endeudamiento de la economía.

Escudo antimisiles

Por si no fuera suficiente, Bush ordenó ayer a las fuerzas armadas comenzar a desplegar un sistema nacional de defensa antimisiles que comenzará a operar en 2004. El escudo es el programa de desarrollo más caro llevado a cabo por el Pentágono y su aplicación, que se calcula cueste cientos de miles de millones de dólares en las próximas décadas, se llevará a cabo pese al fracaso de algunas pruebas realizadas.

Este difícil escenario financiero pesa más que los supuestos beneficios comerciales derivados del dólar débil, un hecho que sin duda influye mucho en la postura de la Administración Bush.

Como recordaba ayer en una nota el Citigroup, para que un dólar a la baja impulsara las exportaciones estadounidenses haría falta que otra economía se reanimase para aumentar su demanda de productos norteamericanos. Y, por ahora, la debilidad y la incertidumbre mundiales no ofrecen ningún candidato a la vista.

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