La ausencia de buenas noticias obliga a corregir los excesos de noviembre
Con los deberes hechos por los bancos centrales de EE UU y Europa, a los bolsistas les ha entrado el vértigo. Como quiera que no se han encontrado razones para seguir comprando, lo más prudente es vender. Y es lo que ha ocurrido a la luz de la debilidad económica europea, la falta de visibilidad en Estados Unidos y ante noticias como la quiebra de United Airlines.
De la poca solidez del rebote ya se sabía. Poco volumen y falta de convicción. Más que noticias se buscaban excusas para comprar.
Por ejemplo, hubo alguna que otra sesión en la que los malos datos macroeconómicos fueron recibidos con subidas en las Bolsas. Algún comentarista afirmaba, incluso, que eso ocurría porque así se abre la puerta a descensos de tipos. Como si todo fuese así de sencillo. Los tipos bajaron, efectivamente, pero una vez ahí los mercados responden con fuertes caídas a los datos macro, que son tan malos como siempre. En este contexto, los pequeños inversores pueden agradecer la prudencia que aconsejan a corto los analistas.
La Bolsa de Estados Unidos, que es la que manda, no está barata. Pero todavía hay riesgo de una recaída económica tanto en Estados Unidos como en Europa. Este contexto lleva a los operadores a comprar renta fija de forma masiva, de modo que los bonos ya cotizan cerca de los niveles más altos en precio y más bajos en rentabilidad de los últimos ejercicios.
Otro factor de riesgo es el geopolítico. La tensión en Oriente Próximo no remite, como era de esperar. El petróleo ha subido a la zona de los 27,5 dólares por barril, un nivel que empieza ya a ser peligroso. Más por sus efectos sobre el crecimiento que sobre la inflación, que últimamente preocupa bien poco a los mercados internacionales.
América Latina, el factor que diferencia a la Bolsa española del resto de mercados europeos, sigue en la línea de las últimas semanas. Los inversores sólo se acuerdan de Brasil cuando baja el Dow Jones. De lo contrario, es como si no existiese. Así, la calma relativa en la cotización del peso y el real no se refleja para bien en las compañías españolas expuestas a América Latina.
Con la vista puesta en 2003
Ya se da por cerrado, y por perdido, 2002. Así que los gestores intentan escudriñar lo que dará de sí 2003. Después de dos diciembres escuchando que la segunda parte del año será lo mejor, los bolsistas ya no están para cantinelas. Las cosas están mal y no hay muchas posibilidades de saber cómo marchará la economía dentro de un par de meses. Es más, empieza a perder crédito la visión de que la Bolsa tiene que subir mucho porque ha caído mucho. La experiencia de crisis anteriores sugiere que después de los mínimos se registra una violenta subida provocada por el cierre de posiciones cortas. Después, un periodo de relativo estancamiento y, posteriormente, una recuperación más sostenida. Para que la remontada sea un éxito han de eliminarse los factores de riesgo. Fundamentalmente, la recesión y la guerra contra Irak. Hay dos maneras de que eso ocurra. O bien se sufren ya las consecuencias y, después, el mercado empieza de cero, o bien se consigue esquivar la guerra y la recesión. Pero ausencia actual de noticias no servirá para salir de la crisis.