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Revista de Prensa

Otra vez, una infracción

¿Cómo ha podido pasar de nuevo? æpermil;sta es la cuestión planteada tras un nuevo vertido. Más de una década después del Exxon Valdez, y tres años después del vertido de petróleo procedente del Erika en Bretaña, el Prestige provocó un vertido en el mar y se hundió (...).

Los medioambientalistas, inmediatamente, aseguraron que se trataba de una 'bomba de relojería' (...), otros criticaron a los Gobiernos por fallar en una rápida actuación. Una oscura sombra todavía se cierne sobre las compañías navieras. Si tan sólo se hubiera aprendido la lección de anteriores accidentes, sostiene este argumento, esta tragedia ecológica no se hubiera producido. æpermil;sta es una esperanza comprensible, pero errónea. De entrada, hay una evidencia pequeña para apoyar la histeria en torno a un desastre ecológico (...). Algunas veces, incluso, las tareas de limpieza son más dañinas que el derrame (...).

Hay unas cuantas cosas útiles que todavía deben hacerse. Los Gobiernos deben desarrollar directrices más claras sobre cómo y cuándo ofrecer a las naves enfermas un puerto refugio; segundo, la industria debería frenar el transporte de petróleo en viejos recipientes de un solo casco. Y, tercero, Europa debería endurecer sus procedimientos de inspección, como ha hecho EE UU, con una política más agresiva. Al final, nada puede frenar los vertidos, en conjunto (...). En la medida en que el mundo confía en el petróleo (...) una parte será vertido durante su transporte.

Para mantener ese riesgo en perspectiva, consideremos otros accidentes. Un submarino nuclear estadounidense ha embestido, este mes, a un barco diseñado para cargar gas natural licuado. No tan fotogénico como las pobres aves, pero más cercano al genuino desastre.

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