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Secretos de despacho

Vino y toros en Muga

Manuel Muga, presidente de las bodegas que llevan su nombre, se siente cómodo en su despacho, situado en una antigua finca de finales del siglo XIX. Le gusta rodearse de libros de vinos de todo el mundo y textos sobre tauromaquia, su gran afición

Aunque confiesa que en su despacho se siente muy a gusto, asegura que le encanta visitar las viñas o pasear por la bodega. Manuel Muga, presidente de Bodegas Muga de vino de Rioja y primogénito del fundador de la marca, Isaac Muga, ha compaginado siempre la gestión de la bodega con su profesión de inspector de aduanas. Su gran apoyo, afirma, es su hermano Isaac, director general de la bodega. 'Tengo un hermano que, además de un enólogo de categoría, con un gusto especial para hacer catas, es un relaciones públicas de primerísimo orden', afirma. Lo primero que enseña con entusiasmo es un juego de escritorio de principios del siglo pasado que le regaló su hermana Isabel, muy aficionada a las antigüedades. Los muebles, tradicionales y oscuros, contrastan con las paredes pintadas en color vainilla que aún conservan las molduras de antaño.

Manuel Muga cuenta con pasión que Bodegas Muga nace en 1932 en un modesto almacén de vinos que su padre tenía en la calle Mayor de Haro (La Rioja). Treinta años después la pequeña bodega se trasladó a las actuales instalaciones, donde siempre ha tenido su acogedor pero modesto despacho. Un caserón que data de 1862 y que había albergado hasta entonces una fábrica de jabón, una bodega y una destilería, propiedad de una familia de Bilbao. La finca fue comprada por su padre en 1961. Pero hasta 1968 no sale al mercado el primer vino con la marca Muga.

Sobre una estantería, sólo hay una botella de vino, un Muga reserva del 96, el vino que más le gusta beber, aunque habla de 'milagro' cuando se refiere al reserva Torre Muga del 95. Su otra gran afición son los toros. Preside en Haro una asociación taurina de aficionados y la tauromaquia se funde de forma imperceptible con la vinicultura en su despacho. Conviven con armonía libros de todos los vinos del mundo con textos y carteles taurinos. Admirador incondicional de Camilo José Cela, reniega del golf porque, dice, 'es afición de gente que no tiene nada que hacer, con todos mis respetos para los golfistas'.

Asegura que la ventaja de que Bodegas Muga sea una empresa familiar es que son como 'una piña', aunque no oculta que el protocolo familiar debe afinar mucho 'para que no afloren celos y desavenencias '. La segunda generación, los cuatro hijos de Manuel e Isaac Muga, tienen las competencias bien definidas. Los hijos del primero son lo expertos en marketing, finanzas y comercial, y los hijos de Isaac son los técnicos.

A Manuel Muga le gusta contar que el 30% del vino que produce se exporta a Estados Unidos, su mejor cliente. Pero señala, como si exigiera que no cayera en olvido, que la marca también está presente en Europa, México, Tailandia, Taiwan y Japón, entre otros.

Dice que el Muga está de moda y asegura que se sintió 'muy orgulloso' cuando el pasado mes de febrero sus vinos fueron elegidos como los preferidos por la mayoría de los directivos. Ya más serio, afirma que 'para llegar a tener una bodega 'de categoría' hay que 'renunciar a beneficios tempranos y autofinanciarse en todo lo que se pueda y, sobre todo, tener una gran ilusión y cariño por lo que se hace'. Señala que su 'secreto es que durante 25 años prácticamente no se han repartido dividendos y que la única preocupación ha sido mantener la calidad de los vinos'.

Manuel Muga se despide con prisa. Antes del último adiós confiesa, de manera espontánea, que su sueño es tener unas hectáreas de viñedo en Rodezno, un pueblo próximo a Haro, en el que, según éste reconocido y experto bodeguero, se crían las mejores vides para crianza.

La patrona y el patrón

 

Para Manuel Muga lo más especial de su despacho es una imagen de la virgen de la Vega, patrona de Haro (capital del vino de Rioja). La tiene gran devoción y se siente siempre acompañado por ella. La imagen está al lado de la única botella de vino que hay en su despacho. En el otro extremo de la estancia cuelga un cuadro del patrón de Haro, San Felices de Bilibio. A esta pintura le tiene un especial cariño. Se la donó la familia de un joven empleado de la bodega que murió en accidente de tráfico. Muga asegura que además de ser un trabajador muy querido era 'un gran artista'.

 

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