'Es necesario tener estrellas, pero también cantera'
Dice que un líder es aquel que cumple sus sueños. Jorge Valdano ha cumplido el suyo: acabar, después de haber pisado el césped, como ejecutivo del Real Madrid. Recomienda tener paciencia y saber encajar las críticas
Dice no perder los nervios ni cuando el Real Madrid no gana, ni cuando afronta una mala racha en la que se cuestiona el liderazgo de un equipo de estrellas. Jorge Valdano, argentino de 47 años, destroza, sin apartar la sonrisa del rostro, con su potente verbo cualquier argumento que ponga en duda la valía del equipo que dirige. También, sin ninguna amargura, relata que trabaja de lunes a domingo. Su jornada empieza a las ocho de la mañana en la Ciudad Deportiva, hace deporte, lee la prensa, desayuna con sus colaboradores y continúa el resto de la jornada, hasta las nueve de la noche, en el estadio Santiago Bernabéu. Los fines de semana viaja con los equipos de fútbol y baloncesto. 'Es difícil compaginar mi vida personal y profesional. Ahora no tengo tiempo ni para escribir'.
Pregunta. Usted ha dicho en varias ocasiones que las empresas están necesitadas de líderes.
Respuesta. Pero no el Real Madrid. El liderazgo del presidente Florentino Pérez es indiscutible. Es un líder que influye positivamente en el ánimo de la organización y lleva al club hacia un objetivo marcando una estrategia. Esa es la principal responsabilidad de los ejecutivos. En cuanto a la necesidad de líderes, diría que yo creo en la división del trabajo para creer en el hiperliderazgo. Es necesario que una empresa sepa cuál es la dirección que hay que seguir y, a partir de ahí, hay que poner caras a los conceptos.
P. Ha definido al líder como aquel que cumple sus sueños.
R. En una empresa son muy importantes los valores corporativos, la cultura de empresa es lo que hace a esa compañía diferente a otras, los estados de ánimo y la visión de futuro son lo que podemos sustituir por la palabra sueño. Son tres elementos imprescindibles para motivar.
P. ¿Qué aporta Jorge Valdano al Real Madrid?
R. Me resulta muy difícil hablar de mí. Mi cargo ha sido un cargo a inventar. En un sistema tan presidencialista como en el fútbol español no entraba en los modelos tradicionales la figura que me han asignado. La llegada de Florentino Pérez, un hombre que aprecia mucho su tiempo, ha hecho posible el desarrollo de un modelo que se sostiene en cuatro direcciones generales. La mía, que es la deportiva, la encargada del sistema productivo y la de ser el portavoz, la de socios e infraestructura, la corporativa y la de marketing. Anteriormente, en el fútbol español había dos figuras agigantadas, la del entrenador y la del presidente. El modelo de gestión del Real Madrid se está imitando en muchos clubes. En mi caso, al haber pasado por el fútbol como jugador, como aficionado, como entrenador, como comentarista, me resulta más fácil gestionar los mil intangibles que hay en el fútbol. Es un mundo de ilusiones, contrastes y exageraciones. Dentro de un fútbol que va hacia la comercialización, me siento como el cuidador del parque jurásico, está creciendo un mundo que lo convierte en negocio. Y existe el peligro de que el negocio invada los valores del fútbol, lo que tiene de silvestre. El negocio no puede pisar la hierba. Eso provoca confusión en los jugadores.
P. Hay jugadores que son un gran negocio.
R. Se trata de un problema cotidiano en el club, pero aquellos jugadores que se han convertido en industria han llegado ahí porque son inteligentes. Parece mentira que mantengan el equilibrio. Hace falta una madurez psicológica fuera de lo normal. Hubo un momento, cuando el Real Madrid ganó la séptima Copa de Europa, que se conocía al club como el de los Ferrari, y eso entraba en conflicto con la sobriedad histórica del club.
P. ¿Quién le iba a decir que iba a acabar como ejecutivo?
R. Nunca he tenido una gran imaginación sobre mí mismo. Sólo sé que a los tres años sabía que iba ser jugador de fútbol. Después la vida me ha llevado. Por mi personalidad inquieta he pasado por distintas ocupaciones. Parece natural que termine en un lugar que le da sentido a lo anterior. Estoy en una posición muy interesante, ya que se está viviendo un momento de cambio en el fútbol y en el Real Madrid.
P. Dicen que le gusta estar rodeado de estrellas.
R. Desde que llegué al Real Madrid, sólo Zidane y Ronaldo dan la razón a los que dicen que me gustan las estrellas. El impacto mediático que rodea a estos dos jugadores ha disminuido otro hecho. En los últimos dos años han llegado a la plantilla siete jugadores de la cantera. La idea es que Zidane y Ronaldo representen la calidad y la universalidad del club. La cantera representa la identidad, el sentido de pertenencia. La cantera se cría absorbiendo los valores. Es importante y necesario que las empresas formen canteras, eso es lo que da personalidad a una empresa, la que pone las raíces en la historia de un club.
P. ¿Y qué ocurre cuando esas estrellas se lo creen o no rinden al nivel que se espera de ellas?
R. En el fútbol dos más dos pueden sumar cuatro, pero no siempre es así. Aquí juegan el azar, las lesiones, los imprevistos, las emociones. El club tiene que velar por la profesionalidad, por el menor índice de conflictividad, que entre los jugadores haya máxima competitividad. Si esto está asegurado, lo único que hay que aportar es serenidad y confianza. Hay que tener la piel muy dura. Cuando hay mareas hay que intentar llevarlas lo mejor posible y hacer que no te afecten.
P. ¿Es necesario pisar primero el césped antes de ejercer como ejecutivo?
R. Es fundamental para crear un nivel de complicidad y de confianza con el resto de los trabajadores. Si no es así, se tiende a desconfiar del jefe; pero si te ven como uno de los suyos, te respetan más. Cuando yo hablo me escuchan y me respetan porque me ven uno de los suyos.
P. ¿Cuál es su receta como ejecutivo?
R. Buena comunicación. Creo que en los equipos de dirección es imprescindible que la comunicación sea fluida. Los directivos pecan de ansiedad por el corto plazo y eso puede ocasionar daños irreparables. Generar tantas expectativas en la gente se paga con un exceso de tensión. Y trabajar bajo presión es muy complicado.